Todavía quedan muchas preguntas pendientes,
¿qué querías ser de pequeña?
¿Cómo descubriste tus aficiones?
¿Cuál fue la última canción que cantaste?
¿Y la que mejor cantas?
¿Dónde te gustaría pasar una tarde de contemplación?
¿Cuándo fue la primera vez que me quisiste decir "te quiero"?
¿Por qué lloraste por última vez?
¿Cuál es tu recuerdo más antiguo?
¿Qué persona te abrazó mejor?
¿Qué abrazo echas más de menos?
¿Dónde fueron tus recuerdos más felices?
¿Cuál es nuestro futuro?
¿Por qué tantas preguntas
sin respuesta?
Quiero saber
Conocer
Aprender
Descubrir
Abrazar todo el conocimiento que obtengo de ti.
viernes, 5 de septiembre de 2025
Pregunta sin miedo
martes, 2 de septiembre de 2025
Agosto
Me gustaría caminar hasta mañana
vivir el hoy y que nada importara,
desprenderme del miedo
y de tanta culpa que me acompaña.
Me gustaría que mi mano
no recibiera el frío de la soledad
cuando la ofrezco,
quiero vida, quiero tiempo,
quiero risa y un abrazo sincero.
Me gustaría poder empezar,
vivir como si nadie nos mirara
hablar hasta que nos pille la mañana.
Me gustaría creer, poder, crecer
y sostener a los míos,
caminar pero sin perder el camino.
Me gustaría.
Me gustaría...
Me gustaría una oportunidad,
un regalo que no me tenga que ganar,
confianza, cantar, bailar, llorar.
Me gustaría que los nombres no duelan,
que los días no solo se sucedan,
que lo que me quita no se sume
y que lo que me da no se reste.
Me gustaría poder contar todo,
no enfrentar mis miedos solo,
me gustaría que se abriera una puerta
me gustaría una oportunidad.
lunes, 25 de agosto de 2025
Verano
No puedes tener la conciencia tranquila cuando tu alma es arena y sal. No dejo que el Sol me alcance escondiéndome en recuerdos que no dan para más. Todo parece un mal sueño y lágrimas de sangre no dejan de brotar. La espalda helada y las piernas tiemblan al caminar. Me gritan que no es oro todo lo que reluce y que lo vivido no se puede cambiar. Un ogro de un solo ojo, un corazón roto y perder un familiar. Ni yo entiendo lo que digo y quizás el silencio es mi lugar. Todo es un mal sueño me repito, es verano y te toca disfrutar.
martes, 19 de agosto de 2025
Primavera
Me encuentro en medio de una multitud con una cremallera en cada uno de mis antebrazos. Me muevo entre las personas cual submarinista intentando llegar a la superficie. Atravieso la multitud y allí estás tú. Tal cual la última vez que te vi. Sonríes y vuelvo a sentir esa sensación de los primeros rayos de Sol tras el invierno en mi pecho. Camino con los brazos abiertos para abrazarte. A escasos centímetros me frenas. Agarras ambos tiradores de las cremalleras y los deslizas por los dientes de las mismas para abrirlas. Antes de que pueda decirte algo miles y miles de mariposas brotan de mis antebrazos abiertos de par en par. Una nube gigante de mariposas de todos los colores te cubre hasta tal punto que dejo de verte. Me angustio y espero a que las mariposas se disipen volando por el cielo. Ya no estás. Mis brazos abiertos esperando un abrazo. En mi ya no queda nada. A mis pies una margarita. Tengo que creerme que sin ti todavía hay primavera.
lunes, 11 de agosto de 2025
Goma de borrar
Estaba en una papelería. Necesitaba papel, lápiz y goma de borrar. En mi futuro se encontraba una carta de disculpa, despedida o ambas por escribir. Estaba un poco nervioso y sentía que una buena elección de estos elementos era imprescindible para hacer la carta perfecta. Pillé un taco de quinientos folios A4, varios lápices HB, un afilador que recordé que no tenía en casa y por último la goma de borrar que en su embalaje indicaba que borraba todo. Ojalá poder borrar mis errores pensé. Pagué. Volví para casa recitando en mi cabeza todo aquello que quería plasmar. Las disculpas son delicadas, es difícil imaginarse a uno mismo siendo el villano de su propia historia. No quería caer ni en demasiado dramatismo o rebajar el daño ocasionado. Encontrar ese equilibrio se me antojaba complicado. Mi cabeza prefería vivir en la dicotomía del villano o de no deberle nada a nadie antes que aceptar los grises de la realidad. Llegué a casa y vacié el escritorio de cualquier cosa que no fueran mis recientes compras. Afilé los lápices más por manía que por necesidad y coloqué la goma a la izquierda del papel y los lápices sobrantes a la derecha del mismo. Respiré hondo intentando poner mi mente en blanco. Apoyé la punta del lápiz sobre el papel y dibujé un intento de "erre mayúscula" que por los nervios podría pasar por cualquier cosa menos por esa letra. Dudé si deshacerme de ese folio y empezar de nuevo. Era a todas luces un malgasto de papel y estrené la goma borrando ese inicio fallido. Tras borrar con mi mano izquierda aparté los restos de la goma de borrar. Sentí un cosquilleo en mis dedos al hacerlo. Miré mi mano y en mis dedos había unos pequeños vacíos en el lugar donde sentí el cosquilleo. Me asusté. No comprendía que estaba pasando, miré mis dedos y esos huecos se mantenían; miré el folio y no había restos de sangre o de algo que mostrara una herida y miré los restos de la goma. ¿La goma? Su publicidad decía que borraba todo. ¿Había borrado una parte de mis dedos? Agarré la goma y la acerqué a uno de los lápices y la pasé por encima intentando borrar el objeto de escritura. Cuando levanté la goma mi asombro fue mayúsculo porque ya no había lápiz en donde había pasado la goma. Noté como se aceleraba mi respiración. Intenté calmarme ante tan sorprendente descubrimiento. Pensé que podía hacer con este artilugio que parecía rozar la magia.
A la mañana siguiente me desperté teniendo una lista de cosas con las que probar la goma. La primera de todas fue borrar un trozo de vaso que estaba lleno de agua. Tras borrarlo el agua salía por la parte borrada. Mi abuela decía que el agua siempre busca salida y aquí la encontró. Luego borré la mitad de una página de un libro y comprobé que desaparecía por ambas caras. Tocaba ahora con material orgánico y borré la monda de un plátano con cuidado de no llevarme el plátano por el camino. Cuando la monda desapareció le di un mordisco al plátano y como era de esperar no había monda en mi boca. Ahora ya parecía entender como funcionaba la goma. En todos mis experimentos recogí con un papel y mucho cuidado los restos para no volver a borrarme una parte del cuerpo sin querer. Era el momento de ir un paso más allá. Me había salido una cana en los últimos meses, mi primera cana. A partir de ahora será la primera y la última. Aparté el pelo mirándome en el espejo hasta tener la cana a mano. Con la goma borré la cana con cuidado de no tirar restos de goma sobre mi cabeza y el pelo blanco desapareció. Así de sencillo. No podía borrar todos mis errores pero sí alguna cosa que otra. Miré mi cuerpo en el espejo y mis michelines dejaron de parecerme bienvenidos. Borré poco a poco la carne pero al poco de empezar con el borrado la sangre empezó a salir de la zona borrada. Era un pequeño chorro. Corrí al baño y con unas gasas y unas vendas apuré una cura improvisada. Debía tener cuidado con la carne, ayer el borrado había sido leve y por eso no sangraba. ¿Qué más podría borrar? Quizás pueda borrar la salida de sangre. Aparté la gasa y con la goma borré y la sangre dejó de brotar. Sonreí al creerme más listo que la goma de borrar. Ahora tenía un lado a medio borrar y el otro entero, estaba descompensado. Limpié la sangre del suelo. Tenía que hacer algo. Y todavía tenía la carta pendiente. La carta. Me gustaría que pudieras borrar los errores del pasado. Borrar todos esos momentos, todo lo que dije, todo lo que hice. A veces me gustaría borrarme a mi mismo. Y sin casi darme cuenta tenía la mano derecha apretando la goma. ¿Debería? ¿Qué pasará si...?
Antes de darme cuenta había organizado el piso y estaba en el sofá sentado mirando la goma de borrar sobre la mesa. Esto es lo que debe de sentir un suicida cuando mira la pistola pensé. Estaba sin trabajo, acumulando deudas y problemas. Era un arrebato y también una solución. Mi mano dirigió la goma de abajo arriba. Borré mis pies y mis piernas con una técnica depurada que evitaba la pérdida de sangre durante el proceso. Cuando ya no estaban bajo mi tronco probé a tocarlas pero solo había aire. Me asusté un momento pero tenía en mi mente que ya no había vuelta atrás. Subí borrando el tronco hasta las axilas. Mi cuerpo o lo poco que quedaba de él quedó tendido sobre el sofá. Borré el brazo izquierdo y la mitad izquierda de lo que quedaba de mi tronco. Mientras lo borraba toda la tristeza empezó a acumularse en mi cara, como si escapara de ser borrada. Subí por el cuello hasta la nuez. Mi brazo y mi cabeza estaban separados pero todavía funcionaban como si no lo estuvieran. Borré el brazo hasta la muñeca y la mano todavía era capaz de moverse como si mis pensamientos fueran los hilos de la marioneta. Empecé a borrar mi pelo, mi mentón y mis labios. En ese proceso el roce de los restos de la goma de borrar se habían llevado el dedo meñique. Borré mi nariz, la nuca y la frente. Ya solo era una mano de cuatro dedos y un antifaz humano. De pronto toda esa tristeza escapó de mi en forma de lágrima que se derramó de mi ojo al sofá directo. El agua siempre busca salida decía mi abuela. Terminé con los ojos borrados y la mano restregándose con los restos de goma hasta desaparecer. De mi ya no quedaba nada salvo el recuerdo de una lágrima sobre el sofá. Quizás pueda borrarse todo o quizás solo es un intento de escapar.
viernes, 1 de agosto de 2025
Julio
Un desconocido en mi cabeza,
mucha lluvia de pensar
la pastilla dice que paciencia
y yo ya no sé que esperar.
Se vislumbra la cola del diablo
mientras la vida me deja detrás,
suplico por un perdón que no me es dado
el malo soy yo al final.
Tengo moralejas sin historias
y muchos cuentos sin acabar,
dicen que yo marco mi rumbo
pero yo
yo
creo que no puedo ni caminar.
viernes, 18 de julio de 2025
Dioses. Herejía.
Durante muchas eras la historia del Dios proscrito se convirtió en un secreto que avergonzaba y enfurecía a partes iguales a todos los Dioses de los distintos panteones. Si a los humanos nos cuesta enfrentar nuestros propios errores y debilidades cuanto menos a estas entidades inmortales. En un tiempo que mortales y seres mágicos convivían en armonía un humano decidió desafiar todas las normas establecidas y desafiar a todos los panteones de Dioses.
En aquel día maldito, un paria de la sociedad cargado de toda la ira acumulada a lo largo de sus años de vida decidió buscar la destrucción del mundo. Abandonado por sus padres al nacer, odiado por sus iguales y despreciado por cualquiera al que esta persona decidía acercarse; su corazón se inundó de rabia y decidió estudiar el poder de los Dioses. Entre sus estudios descubrió el Manantial de Mimir que a cambio de un sacrificio le entregó al Dios Odín su sabiduría. Ese descubrimiento fue el inicio de años de peregrinaje para encontrar aquel lugar mágico. Durante los cinco primeros años vagó sin rumbo recolectando pistas aquí y allá que parecían callejones sin salida pero en el quinto año encontró la respuesta que unía todas las piezas que había recolectado a lo largo del tiempo. Aquel lugar se encontraba en una cueva en lo alto de una montaña. Solo su rabia contra el mundo superaba su convicción y ante la vista de todos los Dioses de cada uno de los panteones comenzó su escalada. Desde sus asientos las entidades divinas contemplaban a aquel débil ser avanzar sin cese en vertical. Algunos susurraban entre ellos que quizás deberían impedirle llegar a la Fuente de Mimir a alguien con unas ideas tan oscuras. Ninguno se aventuró a actuar de manera directa.
Cuando el humano alcanzó la cima estaba lleno de heridas producidas durante la escalada. Al ver las runas en la entrada de la cueva una sonrisa siniestra se dibujó en su cara. Caminó fatigado y no necesitó ni cien pasos cuando se encontró el manantial. Al verlo no dudó ni un instante y clavó los dedos de sus manos en sus ojos. Gritaba de dolor mientras esto sucedía pero al poco en cada mano ensangrentada tenía uno de sus ojos. Los dejó caer sobre el agua y recitó las palabras que llevaba guardando durante años.
-Mimir, hago aquí mi sacrificio. Busco sabiduría pero eso no es suficiente, busco visión. Te entrego mis ojos a cambio de todo el conocimiento.
Donde estaban los ojos el agua empezó a hervir y el humor tornó en llamas que alcanzaron el techo de la cueva. El humano notó el calor de las llamas pero la ausencia de ojos le impedía entender lo que estaba sucediendo a su alrededor. Las llamas estaban cada vez más cerca de la cara del sacrificio y dos de sus lenguas decidieron entrar en las cuencas vacías de los ojos. El humano cayó de rodillas retorciéndose de dolor tapado su cara con las manos. Los gritos y el sufrimiento del humano consiguió que algunos de los Dioses apartara la vista de tal escena. Tras unos minutos de sentir que se estaba muriendo el humano apartó las manos de su cara y las dos llamas estaban alojadas en las cuencas que estaban vacías. Los gritos se tornaron en risas. Aquellas llamas eran su nueva visión y además le permitía obtener todo el conocimiento que existía, que existe o que existirá. Se quedó mirando el manantial y las manos con las que se había auto infligido la lesión de sus ojos empezaron a rascar la piel de su pecho. Cual topo empezó excavar en sus propias entrañas alcanzando su órgano vital que latía de manera frenética a causa del dolor. Se lo arrancó del interior de su cuerpo y lo alzó como mostrándolo a una entidad superior y sin mediar palabra dejó caer su corazón al manantial. El agua alrededor del corazón empezó a ennegrecer al ritmo de los latidos del órgano que no cesó su actividad aún estando fuera del cuerpo del humano. En apenas unos segundos el agua del manantial era tan negra que no se podía ver el fondo. El humano cubierto casi por completo en su propia sangre caminó sumergiéndose en ese agua hasta que se perdió en la propia oscuridad. Con el cuerpo sumergido por completo el único sonido que había en la cueva era el del latido del corazón. Latió durante al menos una hora sin que pasase nada en el interior del agua y el sonido cesó. El agua comenzó a menguar poco a poco. Y antes de que los Dioses pudiesen entender lo que le estaba ocurriendo a la Fuente de Mimir se erguía en medio de lo que antes era agua una figura totalmente oscura con dos llamas en donde deberían estar los ojos. El humano parecía una sombra sólida de pie, sus dos llamas contrastaban con la negrura de su cuerpo y en el pecho donde debería encontrarse la herida por la entrega de su corazón tenía un círculo todavía más negro que el resto del cuerpo. Aquel círculo parecía el fondo del abismo. Una negrura de pesadilla. Había nacido una nueva deidad.
Aquel nuevo Dios no tuvo apenas unos segundos para disfrutar de su nacimiento porque los Dioses de todos los panteones tenían un poder combinado para someter a Dioses peligrosos. Un plan de emergencia por si algún día esto llegaba a suceder. Un rayo apareció desde el cielo y golpeó al nuevo Dios empujándolo tierra abajo tanta distancia como la que había escalado siendo humano. Una celda sin ventanas fue su destino. Allí unas cadenas mágicas lo aprisionaban. Los Dioses habían encerrado a aquel Dios pero sabían que aquello no sería suficiente. Cada ciertos años aquel Dios conseguía filtrar una porción de su poder y dibujaba el círculo de oscuridad de su pecho allá donde debería estar el Sol. Durante unas horas el mundo estaba bajo su negrura y aquellos que se enfrentaban al Sol negro perdían la vista. Los Dioses desde sus panteones maldecían a aquel que buscaba vengarse de la humanidad. Entre susurros aquellos con el suficiente valor decían su nombre para que nadie más volviera a cometer sus mismos errores. Y así vivía aquel al que humanos y Dioses odiaban, Eclipse.