miércoles, 8 de enero de 2014
Capítulo 0. El perdedor.
Era martes y sabía lo que aquello significaba. Miró el reloj, las seis de la mañana era una buena hora para empezar el día o para que terminara de una vez el lunes. Estaba un poco mareado y a los pies de la cama pudo ver un libro inconcluso, sus pantalones y tal cantidad de cervezas que se sorprendió a sí mismo de no haber terminado vomitando en algún momento de la noche. ¿Cuántas horas llevaba despierto?Tenía los
ojos rojos, se fijó en el terrible aspecto
de su cara pero especialmente en el de sus dos ojos. La bebida y las lágrimas
los habían llevado a un estado de extrema irritación, la falta de sueño
era la guinda a ese cocktail. Prefirió mear en la ducha para no fallar y se duchó. Abrió otra lata de cerveza para acompañar la manzana del desayuno. Tenía el ordenador encendido pero sabía que no le iba a interesar nada de lo que el aparato le pudiera ofrecer, no quería enfrentarse a lo que se pudiera encontrar en el teléfono y ya le habían dejado las cartas en algún rincón de la casa antes de volver a dejarlo solo. El mundo le había abandonado. "Ríe, y el mundo entero reirá contigo. Llora, y llorarás solo"; y nunca se había sentido tan solo como en ese momento. Recogió las latas, no quiso contarlas por pura vergüenza y se volvió a tumbar en la cama; las posibilidades de dormirse se desvanecían a medida que los primeros haces de luz le golpeaban la piel obligándole a abandonar la idea de dejarse vencer por el peso de sus párpados. En su escritorio estaba el billete de tren con salida para dentro de dos días, el motivo perfecto para escapar de la mierda que le ahogaba desde hacía una semana. En aquel momento, se prometió que durante la próxima semana no volvería a perder la sonrisa. Así comenzó todo...
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