Nunca creí en las segundas oportunidades hasta que la vida me dio a mi una. Durante meses Lara y yo nos habíamos tratado como desconocidos. Rara era la ocasión en la que uno de nosotros intentaba ponerse en contacto con el otro y cuando eso llegaba a suceder era el otro el que con una excusa o simplemente ignorando el acercamiento cortaba las alas a un reencuentro. Puede que ambos evitáramos empañar el recuerdo de aquella noche en la playa o que nuestro momento se había esfumado. No la había olvidado pero me negaba a creer que después de aquella noche valiera la pena tener una continuación. En la vida hasta las cosas buenas se acaban y si tengo que esperar a empezar pasar página que sea con una cerveza en la mano. Llevaba una hora solo en el bar pensando en llamar a alguien cuando me llegó un mensaje de Lara "¿Estás en el bar?", decidí llamarla y decirle que viniera. Cuando llegó me transportó a hace unos meses cuando gran parte de mi vida giraba en torno a esos pequeños encuentros que teníamos.
-Pensé que me seguirías ignorando.
-No te he ignorado en ningún momento Lara, ¿la verdad? No tenía claro si tú me querías volver a ver. No te culparía de ser el caso y tampoco quería que la lástima te arrastrase a volver a vernos.
-Eres bobo y para eso no hay cura. Hace bastante tiempo que dejamos atrás esa fase de tener que demostrar que queremos ver al otro, deberías haberme llamado si de verdad querías verme. ¿Es que ahora te has vuelto inseguro?
-Sabes que no es eso, pero no me apetece obligar a nadie estar en mi vida. Y es más fácil echarte que ver como te vas.
-Por esa tontería te va a tocar invitarme a la próxima ronda y cuando acabemos me vas a llevar a bailar. No me importa que quieras estar un tiempo a tu bola, hasta prefiero que me dejes mi espacio; pero eres idiota si de verdad crees que me estás obligando a estar aquí contigo.
Bebimos entre risas dos rondas más antes de tener que cumplir mi promesa de "llevarla a bailar". Volvíamos a tener la misma química, la misma sensación de alegría tonta que me embriagaba cuando estaba a su lado. Bailamos a nuestra bola lanzándonos miradas y tras terminarme la cerveza de un trago me acerqué y la rodee con mi brazo por la cintura. Me miró y siguió bailando pegada a mi. Continuamos durante tres canciones seguidas hasta que ella se apartó sin decirme nada y siguió a su rollo. Me iba a ir a pillar otra ronda para los dos pero me agarró del brazo, me giré y me agarró del pelo arrastrándome hacia abajo para besarme. Me pilló de sorpresa y tardé dos segundos en reaccionar. No tengo claro cuanto duró el beso pero si aquella noche en la playa fue magia, esta noche fue fuego. Puso su mano en mi cuello y me llevo contra una pared y no podíamos separar nuestros labios. Cuando por fin paramos, yo respiraba entrecortado y me ardía todo el cuerpo. Me agarro de la muñeca y me sacó fuera del local. Me dijo que me acompañaba a casa. Por el camino me hablaba de su trabajo, que estaba ilusionada y que quizás se iba a ir de viaje en unos meses. Yo la escuchaba y me costaba creer que pudiera estar tan tranquila después de lo que acababa de pasar. Llegamos a mi portal.
-Bueno, ha sido una buena noche.
-¿Quieres subir a tomar una última?
-Estoy cansada y la verdad...- Se acercó, me agarró por fuera del pantalón y me soltó un breve beso en la boca. -Creo que es mejor que nos vayamos a dormir con el recuerdo de esta noche.
-Lara...
-No te hagas el remolón y llámame.
Se fue sin decir nada más y sin mirar atrás. Subí a mi casa. Me di una ducha y me metí en cama. Que la llamara dice. No podía pensar en cada una de las facetas de Lara: la divertida, la que hacía que me sintiera como un adolescente, la que me aportaba tranquilidad con solo su presencia y ahora esta versión que dejó cada fibra de mi cuerpo deseándola. ¿La volví a llamar? Por supuesto. Pero nunca volvió a aceptar que nos viésemos. En ocasiones nos ponemos al día con nuestras vidas como si fuésemos dos viejos amigos, como si nada de esto hubiese pasado. Es imposible saber que habría pasado con nosotros de haber hecho las cosas de otra forma pero ha sido más difícil de lo que pensaba ver como se fue.