Maldita sea, menudo dolor de cabeza. Noto el Sol golpeándome la mejilla y la sensación es muy molesta. Tengo un sabor de boca pastoso y asqueroso, necesito beber algo. Abro poco a poco los ojos. ¿Dónde estoy? De seguro que este no es mi cuarto, miro a mi alrededor y posters de hombres en bañador. ¿Cómo he acabado aquí? Parece el cuarto de una adolescente. Miro por debajo de la sábana, estoy totalmente desnudo. Me incorporo con cierto pudor y alcanzo a encontrar mi ropa interior y mi pantalón que rapidamente procedo a ponerme. Me intento quitar las legañas frotando mi mano derecha por mis ojos y noto cierto olor que mezcla sexo y alcohol y rapidamente la aparto de mi cara con gran desagrado. Tengo que averiguar dónde estoy.
Salgo con paso lento del cuarto y entre la luz que ciega mi ya dañada mente y mis ojos llenos de legañas apenas puedo diferenciar este piso de cualquiera otro en los que haya estado. Estaba perdido, ¿qué había pasado la noche anterior? No recuerdo nada. Apoyo una mano contra la pared y a punto estoy de vomitar en medio de ese pasillo desconocido.Ayer debí caerme, me duele la espalda o el culo. Mis pensamientos se frenan al escuchar el ruido de lo que parece una persona duchándose. Avanzo por donde creo que está el sonido y este cesa, me paró y empiezo a pensar. ¿Qué debo hacer? Si digo algo a lo mejor me encuentro con un desconocido o un familiar. Mis pensamientos se vieron interrumpidos por una joven de más o menos mi edad que antes de que pudiera decir nada se adelantó a mis pensamientos.
-¿Ya estás despierto princesita? Aquí tenemos la cortesía de cuando hay invitados hacer el desayuno, hoy es tu día de suerte.
-¿Invitado? ¿Tú y yo...?-Negó con la cabeza y algo dentro de mi se entristeció de que esa joven a a que solo una toalla tapaba su cuerpo fuera la mujer que pasara la noche conmigo. Su belleza no era despampanante, pero el hecho de ser la primera imagen agradable en este entorno desconocido y hostil y la simpatía con la que me ha tratado ya ha sido un punto a su favor.-Entonces, ¿no?
-Pues no, ¿no te acuerdas de nada de lo de anoche?-Una pequeña sonrisa pícara asomó por sus labios y no se por qué un pequeño atismo de preocupación me inundó.-Bueno, siéntate y desayunemos juntos. Hay café y compré unos sobaos por si te apetece comer algo, pero no tienes aspecto...
-Gracias, no hace falta tanta molestia...
-Tranquilo, no es molestia, aquí siempre que tenemos invitado toca tenerlo contento y por una vez que no soy yo.
-Y... ¿Dónde está...?
-Tranquilo, ya veo que ni del nombre te acuerdas, se fue a la facultad porque había quedado con un compañero por unos apuntes, puedes esperar aquí.
-Muchas gracias.-Había algo que no me gustaba, la silla era muy incómoda, el café estaba bien y la extraña cortesía hacía que ya la molesta silla tuviera la comodidad de una cama de faquir.-¿Cómo te llamas? Perdona si no pregunté antes pero no estoy acostumbrado a estas cosas...
-Tranquilo, Sandra. ¿Y cómo es que acabaste aquí?
-Pues la verdad, no me acuerdo. Fui invitado a una fiesta y recuerdo beber allí. Por saber, no tengo ni idea dónde tengo mi camiseta.-Ella parecía disfrutar con todo esto, la toalla que la tapaba dejaba ver sus sensuales muslos y cada vez que estiraba el brazo para alcanzar un sobao se podía intuir la silueta de sus senos. Había pasado la noche con su compañera de piso y ella estaba jugueteando conmigo. Realmente las mujeres son los seres más traicioneros del mundo.-Espero que esté por la casa porque menudo problema volver hasta mi casa luciendo barriga.
-Tranquilo, creo haberla visto tirada por el suelo, no te preocupes. Además no estás mal, es una pena... Bueno, me alegra haberte conocido, esto...
-Marcos, me llamo Marcos.-La silla me estaba destrozando y su sonrisa lo hacía aun peor. Intentaba mantener la compostura, pero algo no encaja.-¿Te vas a ir?
-Si, pero no te preocupes, pronto tendrás mejor compañía.
-Has sido una buena anfitriona gracias.-Desaparece tras una puerta y en apenas un minuto aparece vestida con una camiseta de tirantes y unos vaqueros gastados. Realmente si no fuera por respeto a la chica que me trajo a esta casa, me habría abalanzado sobre Sandra con todas las energías que esta terrible resaca y el dolor de la incomodidad de la silla en mis nalgas me dejaran.-Supongo que nos veremos en otra ocasión.
-Supongo... Por cierto, ¿le puedes decir a Fran cuando llegue que vaya a pagar al casero? Gracias.-Salió como un cohete con la sonrisa en la cara. Mi cuerpo estaba congelado. ¿Fran? ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda!
Buen relato ; excelente final xd
ResponderEliminarSigue así, que el blog ya ira tomando popularidad de a poco (:
Mola mucho, algo corta, pero el final hizo que eyaculara por el ano. Sigue así. (:
ResponderEliminarJAJAJAJA el mundo tiene que conocer tu blog, cada día las historias son mejores, aunque dejaste el listón alto con las del principio :D
ResponderEliminarEstá guaii! aunque desde el principio estaba claro el final xdd
ResponderEliminarNo entendi el final, no se porque... ¿Era travesti?
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