martes, 14 de enero de 2025

Juego

                             Saúl y yo pasamos gran parte de nuestro tiempo en el instituto siendo bobos y comportándonos en consecuencia. Cualquier rato libre era una oportunidad para disfrutar de nuestra tontuna típica de la adolescencia. Tras las clases caminábamos juntos en dirección a nuestras casas y con nuestras tonterías.


-A ver Rober, ¿qué prefieres? ¿Liarte con la chica que te gusta pero en el cuerpo de tu madre o el cuerpo de la chica que te gusta y dentro la mente de tu madre?

-Tío eres un puto cerdo, no pienso contestar a eso. Haz otra anda.

-Mmm vale. Tienes que elegir, pelear a muerte todos los días con un gallo que puede aparecer en cualquier momento y atacarte o solo una vez en tu vida sin que sepas cuando aparece una espada delante tuya y en el horizonte un gorila con el que tienes que pelearte a muerte.

-¿El gallo es de pelea? 

-Es un gallo al azar, unos días más grande y otros más pequeño. Puede aparecer incluso mientras duerme y te atacaría así al azar y con el gorila te enterarías porque la aparición de la espada te avisaría de que se acerca el gorila.

-¿Cuánto tiempo entre que aparece la espada y pelearme con el gorila?

-Buena pregunta, sobre un minuto más o menos para que te hagas un poco con el peso de la espada.

-Vale, vale. Tiene sentido. - Me paré en seco para pensar unos segundos la decisión. - Bueno, no quiero pelearme todos los días con un gallo porque seguro que alguna vez me pilla dormido y me saca un ojo o algo y lo otro es solo una vez, incluso puede que no llegue a pasar porque me muero antes. Además, el poder usar una espada. Elijo la espada y pelearme contra el gorila.


En cuanto verbalicé mi decisión un sonido metálico de choque de metal como el que se escucha en las películas nos asustó y a un metro nuestra apareció clavada en el suelo una espada. Miré a mi amigo esperando que fuera una broma suya pero el miraba para mi sin parecer tampoco entender lo que estaba pasando. Se empezaron a escuchar gritos en la distancia de personas asustadas y di un paso hacia la espada como si estuviera metido en el papel que me había tocado. En el horizonte apareció un gorila. Estaba a la suficiente distancia como para no poder describirlo en detalle pero su tamaño era mayor que el de las personas que escapaban de él. Volví a mirar a Saúl deseando que me dijera que era una broma.


-Tío, dime que es una broma tuya.

-Te juro que no sé que está pasando. - Empezó a correr en dirección contraria a la del gorila. - ¡Buena suerte tío!


Alcancé la espada mientras miraba como mi amigo me dejaba tirado. El gorila se dirigía a mi posición. La espada no pesaba demasiado pero los nervios hacían que temblara en mi mano. El gorila aterrorizaba a la gente a su paso. Notaba el sudor en mi frente. Respiré hondo intentando calmarme. Tenía una espada y yo era más inteligente que un gorila. Podía hacerlo. Cuanto más se acercaba más grande parecía el animal. Sostuve la espada entre mis dos manos y podía notar lo afilada que estaba. Solo necesitaba un golpe directo y se acabaría todo. No podía ser tan difícil, la humanidad lleva enfrentándose a los animales desde el principio de los tiempos. Se les puede vencer. Puedo ganarle. El gorila gruñía tan alto que mas que furioso parecía que ya estuviera herido de muerte. Tomé la espada con firmeza como había visto en las películas y decidí cual sería mi plan. Tenía que clavarle la espada en el pecho o en la garganta y producirle una herida mortal y luego escapar mientras agoniza. Solo un buen golpe me separaba de la gloria. Le iba a recordar durante el resto de mi vida mi victoria a Saúl. Doscientos kilos de pura bestia asesina corriendo a toda velocidad para destruirme. No creo que pudiera escapar en caso de querer intentarlo. Quizás era la adrenalina del momento pero mi cuerpo empezó a moverse como dirigido por una mano invisible. Corrí en dirección al gorila que mostraba sus dientes de manera intimidatoria. El choque se produciría en unos segundos. El gorila saltó alzando sus dos brazos. Yo alcé la punta de la espada apuntando a su corazón. Grité convertido en otro animal salvaje. Dos rugidos salvajes se cruzaron mientras mi espada se clavaba en el pecho de mi enemigo. No era en el corazón, demasiado a la derecha pero puede que fuera suficiente para adjudicarme la victoria. Sentí un mazazo fuerte sobre mi que me derribó y me hizo saborear mi propia sangre. Se me nubló la vista por el dolor. Recibí dos impactos más y se hizo la noche.



Escuchaba un monitor de signos vitales. El sonido era constante. Pi. Pi. Pi. Era lo único que percibía. Tenía como dormido todo el cuerpo. Me dolía todo. Intentaba moverme pero no era capaz. Y el sonido de la máquina de fondo. Escuchaba en ocasiones voces pero el pi permanecía. No sé cuanto tiempo estuve en ese letargo. Pero el sonido poco a poco se hizo más cercano. Estaba cavando la salida de un túnel cual prisionero fugado. Abrí los ojos. Me dolía todo. A mi derecha estaba la máquina del sonido que había mantenido mi mente en este mundo. Tenía el cuerpo completamente vendado e inmovilizado como esos personajes de las películas que sufren accidentes aparatosos. Cada bocanada de aire parecía quemarme por dentro. ¿Qué me había pasado? Antes de poder mirar a mi izquierda una voz reaccionó a mi despertar.


-¡Tío! ¡Rober! ¿Me escuchas? ¿Estás ahí? Dios, justo cuando tu madre se fue a comer. Pensamos que no volverías. Menuda locura. Dos semanas visitándote todos los días y justo hoy abres los ojos. ¿Me escuchas?

-s... s... i... - Intentaba hablar pero apenas era capaz de susurrar sonidos. Todavía no era capaz de ubicarme.

-Lo del gorila... Fue una locura. Te lo digo yo que soy tu amigo. ¿Cómo ibas a ganarle a un gorila? - En ese momento recordé el intento de pelea con el gorila. La máquina sonó durante unos momentos un poco más acelerada. - Tranquilo. Ya está, ya pasó. Te dio una paliza pero Coco es comprensivo.

-a... a... a... o... o... ?

-Perdona, supongo que no se presentó. Coco es el gorila, justo hoy vino conmigo a visitarte. - Giré un poco la vista y al lado de Saúl estaba el animal que me había dejado en este estado. Llevaba una venda alrededor del lugar en el que había clavado mi espada. Debí poner una cara de horror porque Saúl se puso delante de Coco intentando tranquilizarme. - Tío tranquilo. Coco ha venido para ver como te encuentras. - Saúl se giró y el gorila estaba comunicándose con lenguaje de signos. - Dice que está impresionado que eres el primero que elige la espada y se enfrenta a él y que además el primero que sobrevive. - Saúl volvió a comunicarse con el gorila. - Coco dice que se alegra mucho de que estés mejorando y que esperará a que te recuperes del todo para zanjar vuestro asunto e incluso te dejará usar dos espadas como muestra de respeto.

-a... a... a... a...


La maquina de registro de signos vitales empezó a sonar como un claxon roto. La vista volvió a ser borrosa. ¿Zanjar nuestro asunto? ¿Recuperarme? Se volvió a hacer de noche.

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