miércoles, 27 de julio de 2011

Ella... (2)

Pasaron tres meses desde aquel encuentro con Verónica, nos escribíamos asiduamente, una o dos cartas por semana. Quedamos en varias ocasiones, por las tardes paseábamos y por las noches cenábamos juntos. Pero sus escritos seguían estando por encima de los momentos que pasábamos juntos. Mis misivas iban con la misma ilusión que aquella primera carta que escribí al llegar a casa y que esperé dos días para enviar por pura vergüenza. Yo le cuento mi aburrido día a día y ella me habla sobre su trabajo, los diseños que hace e incluso una vez me envió un boceto de lo que sería un retrato mio. Lo había puesto en un marco que me compré en una tienda cerca de mi piso. La vida era sencilla, yo me sentía animado y había recuperado la pasión por la escritura. Envié muchas cosas, me aceptaron un par de relatos cortos y unos cuantos poemas, empezaba a ganar dinero y pude enviarle por primera vez algo a mi madre. En un par de días volvería a quedar con Verónica de nuevo, no podría ser más feliz.

Los días pasaban conmigo frente a la máquina de escribir o con un bolígrafo en la mano escribiendo o tomando anotaciones y finalmente llegó el día en el que habíamos fijado nuestro encuentro. La gente puede opinar que utilizar una máquina de escribir es manejar un utensilio obsoleto, pero yo disfruto escribiendo en ella como el primer día hace años cuando mi tio me trajo la primera que tuve. Estaba animado porque iba a verla, me afeité y me arreglé el pelo que me cortaron el día anterior. Me puse mis mejores prendas, hoy iba a ser un encuentro importante, le iba a contar que me habían publicado y que por fin convierto mi pasión en mi trabajo. En mis últimas cartas omití cualquier tipo de información con respecto a mis evoluciones como escritor a pesar de su interés, me fue difícil, pero espero que valga la pena. ¡Mi ángel de ojos esmeralda! Tanto tiempo esperando a tener una buena noticia. Primero iremos a pasear y la invitaré a un helado de esos que tanto te gustan, luego charlaremos sobre el paisaje y terminaremos cenando en el lugar donde te contaré la buena nueva. Allí espero recibir otra de esas sonrisas que me han tenido preso de la correspondencia estos últimos meses.

Avanzo caminando por la calle pensando en el plan para todo el día, tenía que ir a buscarla a su portal. De tiempo iba bien, sin problemas ni necesidad de apurarme. Nuestra relación avanzaba lenta, apenas unos besos y nuestros paseos de la mano, pero no le pedía más por el momento. Estoy embelesado por cada detalle de su ser, quiero descubrir hasta el más recóndito secreto de sus besos antes de avanzar a otros mundos. Había estado en su casa escuchando música y charlando, intercambiamos algunos besos y caricias pero me pidió tiempo y lo comprendí, esta mujer se respeta a si misma y no se debe hacer nada contra eso. Llegué a su portal antes de tiempo y ella estaba esperando, llevaba un vestido que superaba las rodillas y que le hacía una bonita figura, radiante. Me mostró una gran sonrisa y así pudo dar comienzo a la gran tarde que nos esperaba.

Caminar juntos sin apenas decirnos nada era agradable; normalmente nos reservamos a estar sentado uno frente al otro para comenzar a parlotear. Disfrutamos del helado mientras me comentaba lo bien que le iba ultimamente en su trabajo, sus diseños estaban gustando y sus superiores estaban muy orgullosos de ella. Esta conversación empezaba a impacientarme, quería contarle sobre mis escritos publicados y que estuviera orgullosa de mi, no podía; tenía que esperar. Llegamos a la cena y fuímos al mismo sitio de la primera vez, no era el mejor; pero creo que llevarla al lugar donde comenzamos a conocernos le hará recordar los buenos momentos de aquella noche y será la guinda a la gran tarde que hemos pasado juntos. Llegamos al postre y pedí unas copas de champán al camarero que me miró extrañado, era conocido en este lugar por no gastar demasiado las pocas veces que iba y el champán casi era el presupuesto entero de alguna de mis últimas visitas.


-¿Estás seguro que...?
-Tranquila, no pasa nada. Hoy quiero darte una buena noticia y por eso he pedido las copas.
-Yo también quería contarte algo, pero tú primero.
-Gracias, pues la verdad es que llevaba tiempo queriendo decirte esto, ¡me han publicado! Me han publicado unos cuantos relatos y unos poemas. Me enviaron un cheque en una carta donde me decían que esperaban más cosas mías. ¡Estoy tan contento!-Alzo la copa pero freno mi ímpetu al recordar que ella me tiene algo que contar y la tomo de la mano.-Pero antes, ¿qué me tenías que decir?
-La verdad es que no se como decirte esto...-De pronto separa su mano de la mía y sé que algo no va bien.-Mis jefes están muy contentos con mi trabajo, me han dicho si podía irme unos meses a Francia o Italia en los desfiles de la marca y de paso aprender del estilo de esos países.-Me mira a los ojos y descubro que esto es muy importante para ella aunque no quiera marcharse.-Esto puede ser un gran paso para mi carrera... No sabía como decírtelo, lo siento.-Se levanta de la mesa con los ojos llorosos y se acerca a mi, me dice algo ininteligible a modo de disculpa, me besa en la mejilla y se va. Otra vez con un beso en la mejilla, esta vez sin poder decirle nada. Se marcha. Yo de momento, pago y me vuelvo a casa caminando, de nuevo solo.

miércoles, 20 de julio de 2011

Ella... (1)

No se cuanto tiempo llevo igual. Miro la hora, van a ser las nueve de la noche, ¿cuántas horas llevaré sin pulsar una tecla delante de esta pantalla? Necesito aire, necesito salir de este cuarto convertido en prisión. Si alguien estuviera esperando a que escribiera algo tendría problemas, pero todo ha sido rechazado hasta el momento y sobrevivo con el dinero que me deja mi madre. Paciencia infinita la suya, no entiendo como sigue manteniéndome después de tantos años. Quizás vea en mi lo que los editores o las mujeres no ven, ¡adoro a esa mujer! Me pongo unos vaqueros, me calzo y salgo a la calle sin rumbo fijo.

Deambulo por la calle sin un destino definido, no tengo demasiado dinero asique ni me molesto en pensar en un sitio al que ir a cenar y quizás los bares estén atiborrados de tipos estúpidos recién salidos de su trabajo con los que no podría compartir un trago. Continuo con la caminata intentando sacarme algo de lo que poder sacar una historia para escribir. No tengo ninguna buena idea, ¿qué me pasa? En el colegio todos mis profesores hablaban de mis grandes capacidades narrativas, yo podría ser un gran periodista o escritor por mi gran elocuencia narrativa. ¡Basura! Sus lametones en el culo de nada me sirven, no me van a dar de comer. Choco contra algo, una mujer. Le he tirado una carpeta con unos papeles durante el choque.
 
-Perdona...
-Tranquilo, yo también iba distraída.
-Espera que te ayudo a recojer este desastre que hemos forma...-Me fijo en ella. Es hermosa, no en la forma en la que esta sociedad idealiza a las mujeres; pero si en la forma que a mi me gustan. Tiene unos ojos verdes preciosos que transmiten calidez y una sonrisa fácil bastante alegre, rasgos faciales alargados pero nada toscos, un pelo castaño brillante y que parece bastante cuidado y un cuerpo largo con unas curvas delicadas pero femeninas. -Disculpa, ¿cómo te llamas?
-Verónica. -Me contesta absorta mientras sigue recojiendo las hojas esparcidas por el suelo mientras yo la ayudo un poco embobado por esos bonitos ojos suyos.
-Me gustaría compensarte por las molestias, ¿te apetece tomar algo?-Acababa de mostrar valor, algo sorprendente en mi. Ella al escuchar la pregunta posa sus dos esmeraldas sobre mi y antes de que pueda decir nada continuo. -A no ser que tengas algo que hacer...
-La verdad esque quería llegar a casa para guardar esto...
-Puedes ir a dejarlo y luego te invito a cenar que ya es la hora y seguro que aun no lo has hecho...
-No quiero ser molestia.
-Tranquila, no es molestia. La molestia fui yo tirando tus cosas.
-Vale gracias, por cierto, ¿cómo te llamas?
-Roberto, llámame Rober si prefieres.

La acompaño al portal de su casa, me dice que espere y sube con esa carpeta llena de papeles que nos llevó hasta esa situación. La chica parece magnífica y por suerte tengo algo de dinero para poder comer fuera aunque tendré que apretarme el cinturón hasta la próxima inyección monetaria de mi madre. No me importa, ahora mismo solo pienso en donde podríamos ir a cenar y tener una buena velada sin que se me escape del presupuesto. Baja y quizás sea la espera o que sea la primera mujer en meses que viene a junto mia, pero está radiante y en su aspecto solo ha cambiado la falta de los documentos que tenía cuando subió. Le indico a donde vamos y decidimos ir andando mientras charlamos.

Llegamos al restaurante, no es nada ostentoso pero es suficientemente bueno como para diferenciarlo de un local de comida rápida. Pedimos ambos agua para beber, yo de un tiempo para aquí estaba intentando beber menos y parece que a ella no le pareció apropiado pedir una bebida distinta a la mia. Mientras esperamos a que nos vuelvan a atender me cuenta sobre su trabajo en una tienda de diseño de moda y sus gustos. Parece una chica muy refinada, buenos gustos en lo musical y lo literario, no coincido en unos cuantos, pero hay que reconocer que es una mujer culta. Yo le comento mis intentos fallidos como escritor y como sobrevivo a pesar de no tener un trabajo propiamente dicho. Pedimos de comer, nada llamativo, carne para mi y una ensalada para ella. Seguimos charlando, esta mujer no puede ser de este mundo. Tan hermosa, tan interesante, tan real... Creo que es el único ataque de valor que ha dado buenos resultados en mi vida. Terminamos la comida y pago a pesar de que insiste en pagar su parte, la cuenta ha sido menos dolorosa de lo que esperaba pero esto me va a costar por lo menos un par de días de comer frutas. Decido acompañarla a su casa y a ella no parece molestarle, llegamos a su portal.

-Bueno, aquí estamos...-Parece ser que mi ingenio con el papel está siendo aplastado por mi ingenio con la lengua. -Ha sido una buena cena.
-Sí, me ha gustado mucho.
-Ha sido un placer chocar contigo.
-Lo mismo digo, se está haciendo tarde.
-Tienes razón, bueno...-Justo cuando iba a continuar me pone una mano en la mejilla y me besa, qué maravilloso beso. Me sentía pletórico y de pronto se separa de mi y se gira dirección su portal.-¡Espera! Podríamos escribirnos, ¿te parece bien?
-Vale.-Se acerca y saca un papel y un bolígrafo de su bolso, anota su dirección y repite el beso pero esta vez en mi mejilla.-Buenas noches.
-Buenas noches, te escribiré.-Se mete en su casa y yo me vuelvo a la mía caminando.