Me enamoré de una mujer sin alma.
Un recipiente vacío al que con comprensión y dedicación quise humanizar.
Sus ojos eran lo único que mostraban que algún día hubo algo, que un día supo amar.
Me enamoré de una mujer sin alma.
Pasaba sus días bebiendo y esperando.
Su cuerpo era un poema borroso.
Me enamoré de una mujer sin alma.
Cuyo corazón no pertenecía a nadie y ya ni se sabía si latía.
Sus manos te herían en lugar de acariciarte.
Me enamoré de una mujer sin alma.
Yo cada noche la esperaba en el mismo lugar, con la misma tristeza sabiendo que no vendría.
Sus labios tenían el sabor de otros cada día.
Me enamoré de una mujer sin alma.
La quise cada noche y cada día.
Todavía la quiero.
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