miércoles, 8 de enero de 2014
Capítulo 0. El perdedor.
Era martes y sabía lo que aquello significaba. Miró el reloj, las seis de la mañana era una buena hora para empezar el día o para que terminara de una vez el lunes. Estaba un poco mareado y a los pies de la cama pudo ver un libro inconcluso, sus pantalones y tal cantidad de cervezas que se sorprendió a sí mismo de no haber terminado vomitando en algún momento de la noche. ¿Cuántas horas llevaba despierto?Tenía los
ojos rojos, se fijó en el terrible aspecto
de su cara pero especialmente en el de sus dos ojos. La bebida y las lágrimas
los habían llevado a un estado de extrema irritación, la falta de sueño
era la guinda a ese cocktail. Prefirió mear en la ducha para no fallar y se duchó. Abrió otra lata de cerveza para acompañar la manzana del desayuno. Tenía el ordenador encendido pero sabía que no le iba a interesar nada de lo que el aparato le pudiera ofrecer, no quería enfrentarse a lo que se pudiera encontrar en el teléfono y ya le habían dejado las cartas en algún rincón de la casa antes de volver a dejarlo solo. El mundo le había abandonado. "Ríe, y el mundo entero reirá contigo. Llora, y llorarás solo"; y nunca se había sentido tan solo como en ese momento. Recogió las latas, no quiso contarlas por pura vergüenza y se volvió a tumbar en la cama; las posibilidades de dormirse se desvanecían a medida que los primeros haces de luz le golpeaban la piel obligándole a abandonar la idea de dejarse vencer por el peso de sus párpados. En su escritorio estaba el billete de tren con salida para dentro de dos días, el motivo perfecto para escapar de la mierda que le ahogaba desde hacía una semana. En aquel momento, se prometió que durante la próxima semana no volvería a perder la sonrisa. Así comenzó todo...
viernes, 27 de septiembre de 2013
Despedida
Llegará el día en el que sabré que estás con otro y me rompa. Ese día elegiré que pongas cristales en mi desayuno a digerir todo esto. Y retiro todo lo que se refiera a "nosotros", porque no hay nada más triste que autoengañarse. Ahora que te vas, veo como desvaneces entre mis dedos como la arena y terminas hundiéndote en una duna de desconocidos sin que yo pueda hacer nada para impedirlo. No puedo hacer otra cosa que reprocharme todos los errores que contigo no he cometido.
Te deseo, pero eso no es suficiente. Demasiados recuerdos se agolpan en mis ojos, sabemos que es mucho tiempo como para que no duela pero he decidido cerrar la puerta entre nosotros, no soy capaz de pedirte que la dejes así aunque crea que es lo correcto. Me voy con muchas cicatrices que espero llegar a recordar con una sonrisa y que el tiempo con mucha calma terminará borrando. Porque esto es un adiós, la despedida que ambos apostábamos durante años que no llegaría. Me despido sin grandes alardes, sin haber sido capaz de robar ese beso que nos debemos el uno al otro. Y sin olvidar la promesa, pero tu espalda ya no será el folio en blanco donde te escribiré nuestra historia, no sabes cuanto lo lamento. Echaré mucho de menos lo que más te agradezco que hayas compartido conmigo en todo este trayecto, las sonrisas. Ojalá ambos seamos muy felices.
Te deseo, pero eso no es suficiente. Demasiados recuerdos se agolpan en mis ojos, sabemos que es mucho tiempo como para que no duela pero he decidido cerrar la puerta entre nosotros, no soy capaz de pedirte que la dejes así aunque crea que es lo correcto. Me voy con muchas cicatrices que espero llegar a recordar con una sonrisa y que el tiempo con mucha calma terminará borrando. Porque esto es un adiós, la despedida que ambos apostábamos durante años que no llegaría. Me despido sin grandes alardes, sin haber sido capaz de robar ese beso que nos debemos el uno al otro. Y sin olvidar la promesa, pero tu espalda ya no será el folio en blanco donde te escribiré nuestra historia, no sabes cuanto lo lamento. Echaré mucho de menos lo que más te agradezco que hayas compartido conmigo en todo este trayecto, las sonrisas. Ojalá ambos seamos muy felices.
viernes, 20 de septiembre de 2013
No puede besar a la novia
Ser el quinto en discordia nunca puede estar mal cuando hay licor café. De todas formas, yo no sabía qué pintaba allí, Jorge me invitó a pasar unos días con él pero pensé que el plan diferiría bastante de lo que estaba viviendo aquella noche. Mi amigo me arrastraba por una ciudad desconocida para mí mientras un conocido suyo y él se dedicaban en cuerpo y alma a una mujer cada uno, dos amigas que llevaban trabajándose durante un par de horas y unas cuantas copas más. Yo decidí abrazarme al elixir negro y seguir las velas que estaba sujetando. Jorge me dijo que nuestro siguiente destino era uno de los locales de moda y no me quedó otra que aceptar y asentir. Al llegar a la puerta, la chica de Jorge saludó a otras dos que estaban fumando en la entrada del local que llevaban un buen rato buscando. Una de ellas se acercó bastante convencida.
-Me llamo Iria y estoy casada, ¿de qué conoces a mi amiga?
-No la conozco, yo soy la parte restante del séquito y soy viudo, mi licor café acaba de perder hasta la última gota de vida.
-¿Cómo te llamas?
-Roberto, ¿no eres un poco joven para estar casada?
-¿No eres un poco joven?
-Tengo 24 años.
-Eres un "yogurín".
-Quizás termines siendo adicta a esta marca de yogur.
-Tengo 30 años, no me voy a dejar embaucar por un jovenzuelo listillo como tú.
-Tampoco dije que pretendiera embaucarte, rompo corazones no parejas.
-Te lo tienes muy creído nene.
-No veo que te marches.
-Me caes bien.
-Te pediría matrimonio pero se me adelantaron.
-¿Sabes qué van a hacer estos cuatro?
-Seguir llevándome de sujetavelas a un sitio con cerveza.
-¿Me puedo unir?
-Me parece correcto.
Así, enganchada a mi brazo, Iria se nos unió y las verdaderas parejas decidieron cambiar de local sin haber entrado en el primero. Mientras caminábamos, Iria y yo decidimos que lo mejor que podíamos hacer era meter cizaña entre las parejas para que por fin la pasión contenida explotara de alguna forma, pero o ellas eran muy recatadas o ellos muy idiotas. Antes de que Iria y yo resolviéramos quiénes tenían la culpa de que la tensión sexual no se resolviera ya nos encontrábamos en el local y Jorge había depositado una cerveza en mis manos e Iria un chupito de licor café para que superara la viudez. Mantener las distancias era mi gran objetivo llegados a este punto de la noche, pero si una mujer te invita a beber todo se vuelve más complicado y cuando me dijo que la acompañara a fumar, lo primero fue decir que yo no fumaba pero luego mostré la poca caballerosidad que me quedaba y la acompañé. Se metió en un garaje a fumar con la excusa de que hacía mucho viento y le tuve que ofrecer mi parte de arriba para que no pasara frío y al final lo que no iba a pasar, pasó. Me lo advirtió la propia Iria, me lo advirtieron sus amigas y mi propio sentido común pero en cuanto nos ocultamos del viento ella se abalanzó sobre mi. Mi primer impulso fue rechazar, educación, respeto o falta de práctica; pero ante su segundo asalto me dejé llevar pensando que la oferta era bastante buena y el error aunque fuera raro no lo estaba cometiendo yo. La noche pudo ir a mejor pero decidimos ir por distintos caminos, ella estaba casada y yo recientemente viudo. La acompañé a un taxi y cuando volví me esperaban las dos parejas que seguían sin hacer nada y otro chupito de la bebida que originó todo. Ser el quinto en discordia nunca puede estar mal cuando hay licor café.
-Me llamo Iria y estoy casada, ¿de qué conoces a mi amiga?
-No la conozco, yo soy la parte restante del séquito y soy viudo, mi licor café acaba de perder hasta la última gota de vida.
-¿Cómo te llamas?
-Roberto, ¿no eres un poco joven para estar casada?
-¿No eres un poco joven?
-Tengo 24 años.
-Eres un "yogurín".
-Quizás termines siendo adicta a esta marca de yogur.
-Tengo 30 años, no me voy a dejar embaucar por un jovenzuelo listillo como tú.
-Tampoco dije que pretendiera embaucarte, rompo corazones no parejas.
-Te lo tienes muy creído nene.
-No veo que te marches.
-Me caes bien.
-Te pediría matrimonio pero se me adelantaron.
-¿Sabes qué van a hacer estos cuatro?
-Seguir llevándome de sujetavelas a un sitio con cerveza.
-¿Me puedo unir?
-Me parece correcto.
Así, enganchada a mi brazo, Iria se nos unió y las verdaderas parejas decidieron cambiar de local sin haber entrado en el primero. Mientras caminábamos, Iria y yo decidimos que lo mejor que podíamos hacer era meter cizaña entre las parejas para que por fin la pasión contenida explotara de alguna forma, pero o ellas eran muy recatadas o ellos muy idiotas. Antes de que Iria y yo resolviéramos quiénes tenían la culpa de que la tensión sexual no se resolviera ya nos encontrábamos en el local y Jorge había depositado una cerveza en mis manos e Iria un chupito de licor café para que superara la viudez. Mantener las distancias era mi gran objetivo llegados a este punto de la noche, pero si una mujer te invita a beber todo se vuelve más complicado y cuando me dijo que la acompañara a fumar, lo primero fue decir que yo no fumaba pero luego mostré la poca caballerosidad que me quedaba y la acompañé. Se metió en un garaje a fumar con la excusa de que hacía mucho viento y le tuve que ofrecer mi parte de arriba para que no pasara frío y al final lo que no iba a pasar, pasó. Me lo advirtió la propia Iria, me lo advirtieron sus amigas y mi propio sentido común pero en cuanto nos ocultamos del viento ella se abalanzó sobre mi. Mi primer impulso fue rechazar, educación, respeto o falta de práctica; pero ante su segundo asalto me dejé llevar pensando que la oferta era bastante buena y el error aunque fuera raro no lo estaba cometiendo yo. La noche pudo ir a mejor pero decidimos ir por distintos caminos, ella estaba casada y yo recientemente viudo. La acompañé a un taxi y cuando volví me esperaban las dos parejas que seguían sin hacer nada y otro chupito de la bebida que originó todo. Ser el quinto en discordia nunca puede estar mal cuando hay licor café.
martes, 23 de julio de 2013
Recurrente (3)
Ya era de noche cuando Isa volvió de casa de sus padres. Normalmente cuando esto ocurría yo solía destrozar la cocina y preparar la cena para los dos, pero por la tarde la llamé para avisarla de la gran carga de trabajo y no tuvo problema en comprar algo para cenar los dos juntos. Ya había dejado la mesa preparada y ella solo tuvo que poner la comida en los platos, pero antes vino a saludarme con un beso en la mejilla que me distrajo lo suficiente de toda la tarde de lectura y de haber visto a Ana. Tenía anotadas varias historias que me habían llamado la atención y que revisaría para dictaminar cual sería la que yo votase pero ahora eso no era lo importante. Isa me estaba esperando y tras lavarme la cara y las manos nos pusimos a cenar juntos. Estaba nerviosa, algo debió pasar durante el día con sus padres y antes de que pudiera hacer o decir nada se arrancó.
-Creo que deberíamos hablar.
-¿Ha pasado algo?
-Tranquilo, está toda bien. Sólo es una cosa.
-Puedes contarme lo que quieras.
-Sé que estas últimas semanas no hemos estado pasando los mejores momentos y claro...
-Espera...
-Déjame terminar, la cosa es que desde hace unas semanas que algo ha cambiado y no he sabido como decírtelo.
-No puedo negar que estoy un poco nervioso.
-Estoy embarazada.
-¿Qué?
-Supongo que me habrás notado más cansada de lo normal, siempre se lo achacaba al trabajo pero la realidad que estoy embarazada, de casi cuatro meses. Tenía miedo a tu reacción, pero más no lo he podido aplazar. Se lo he contado a mis padres y están muy contentos pero quería contártelo pero no sabía...-Me levanté y nos abrazamos.-Lo siento.
-Tranquila.
En aquel momento supe lo que tenía que hacer, bese a Isabel y le dije que se fuera a dar una ducha mientras recogía la mesa. Aquella noche le escribí un correo electrónico a Ana contándole que me alegró mucho verla pero que actualmente no era el mejor momento para que podamos reunirnos por motivos personales. Con Isa volvimos a dormir como antes, juntos, abrazados. Al final la vida es un camino en el que no se debe parar de avanzar por mucho que el pasado se empeñe en seguir volviendo y como dijo aquel; los sueños, sueños son.
-Creo que deberíamos hablar.
-¿Ha pasado algo?
-Tranquilo, está toda bien. Sólo es una cosa.
-Puedes contarme lo que quieras.
-Sé que estas últimas semanas no hemos estado pasando los mejores momentos y claro...
-Espera...
-Déjame terminar, la cosa es que desde hace unas semanas que algo ha cambiado y no he sabido como decírtelo.
-No puedo negar que estoy un poco nervioso.
-Estoy embarazada.
-¿Qué?
-Supongo que me habrás notado más cansada de lo normal, siempre se lo achacaba al trabajo pero la realidad que estoy embarazada, de casi cuatro meses. Tenía miedo a tu reacción, pero más no lo he podido aplazar. Se lo he contado a mis padres y están muy contentos pero quería contártelo pero no sabía...-Me levanté y nos abrazamos.-Lo siento.
-Tranquila.
En aquel momento supe lo que tenía que hacer, bese a Isabel y le dije que se fuera a dar una ducha mientras recogía la mesa. Aquella noche le escribí un correo electrónico a Ana contándole que me alegró mucho verla pero que actualmente no era el mejor momento para que podamos reunirnos por motivos personales. Con Isa volvimos a dormir como antes, juntos, abrazados. Al final la vida es un camino en el que no se debe parar de avanzar por mucho que el pasado se empeñe en seguir volviendo y como dijo aquel; los sueños, sueños son.
miércoles, 15 de mayo de 2013
Recurrente (0)
Lunes 18 de Mayo:
Antes de que se me hiciera tarde y no tuviera tiempo necesitaba volver a escribir porque ya son 117 noches las que este sueño me lleva persiguiendo. Sigue estando él y como cada noche me persigue y yo estoy frente a él de espaldas bajo la lluvia y al mismo tiempo a sus espaldas llamándolo, no me escucha y sigue avanzando intentando alcanzarme y yo corro detrás de él, me agarra del brazo y yo caigo mientras él permanece congelado dándome la espalda. Empiezo a estar preocupada, tengo miedo de hablar con alguien de lo que me pasa porque pensará que después de tanto tiempo no he olvidado a Rober, ¿debería llamarle? ¿Pensará que estoy loca si le cuento lo que me pasa? Marta me dijo que hace un tiempo que está viviendo con otra chica... ¿Qué debería hacer?
Sigo buscando trabajo sin mucho éxito, hoy entregué el CV en seis empresas más, llevo tantas que en la copisteria ya me conocen como la parada del mes. Mamá me dijo que este sábado una empresa cerca de casa haría entrevista a gente joven, debería acercarme y probar suerte. Todavía no me veo capacitada para considerar este mi hogar, pasé la mayor parte de mi vida aquí, pero leyendo como fue mi vida estos últimos cinco años, es horrible ver como todo eso ha desaparecido. Por la tarde iré con Marta al cine, necesito desconectar, supongo que me llevará a ver la comedia de risa que me prometió, aunque con Marta nunca se puede descartar una romanticona o que traiga a Pedro y acabemos viendo la típica película de acción, donde el americano de turno con un cuchillo y un ego gigante sea capaz de matar a un ejercito de algún pais exótico y comunista.
Seguramente sea la vez número 117 que escribo esto, no entiendo nada. Ojalá no haya una ocasión número 118, nos vemos.
Antes de que se me hiciera tarde y no tuviera tiempo necesitaba volver a escribir porque ya son 117 noches las que este sueño me lleva persiguiendo. Sigue estando él y como cada noche me persigue y yo estoy frente a él de espaldas bajo la lluvia y al mismo tiempo a sus espaldas llamándolo, no me escucha y sigue avanzando intentando alcanzarme y yo corro detrás de él, me agarra del brazo y yo caigo mientras él permanece congelado dándome la espalda. Empiezo a estar preocupada, tengo miedo de hablar con alguien de lo que me pasa porque pensará que después de tanto tiempo no he olvidado a Rober, ¿debería llamarle? ¿Pensará que estoy loca si le cuento lo que me pasa? Marta me dijo que hace un tiempo que está viviendo con otra chica... ¿Qué debería hacer?
Sigo buscando trabajo sin mucho éxito, hoy entregué el CV en seis empresas más, llevo tantas que en la copisteria ya me conocen como la parada del mes. Mamá me dijo que este sábado una empresa cerca de casa haría entrevista a gente joven, debería acercarme y probar suerte. Todavía no me veo capacitada para considerar este mi hogar, pasé la mayor parte de mi vida aquí, pero leyendo como fue mi vida estos últimos cinco años, es horrible ver como todo eso ha desaparecido. Por la tarde iré con Marta al cine, necesito desconectar, supongo que me llevará a ver la comedia de risa que me prometió, aunque con Marta nunca se puede descartar una romanticona o que traiga a Pedro y acabemos viendo la típica película de acción, donde el americano de turno con un cuchillo y un ego gigante sea capaz de matar a un ejercito de algún pais exótico y comunista.
Seguramente sea la vez número 117 que escribo esto, no entiendo nada. Ojalá no haya una ocasión número 118, nos vemos.
martes, 14 de mayo de 2013
Recurrente (2)
-¿Ana?
-Ro... ¿Rober? ¿De verdad eres tú?
-¿No debería preguntar yo eso? ¿Cuándo has vuelto?
-¿Podemos hablar en un sitio cubierto? Nos estamos empapando.-Nos movimos mudos hasta el bar más cercano, ella pidió un refresco y yo una caña para intentar digerir este encuentro.-No sé por donde empezar.
-Has vuelto.
-Es cierto, cuando me fui, pensé que no volvería aqui y así fue hasta hace unos meses era cierto. Acabé mis estudios y tuve la suerte de que me contrataron y no tuve que volver, pero hace seis meses que en la empresa echaron a mucha gente y mis padres me volvieron a acoger en mi antiguo cuarto.
-¿Por qué no me avisaste de que habías vuelto?
-Han pasado cuanto, ¿cinco años? No sabía como presentarme.
-Deberías haberlo hecho, ¿no pensaste en hacerlo?
-Fuiste la última persona de la que me despedí al irme y la primera que tenía ganas de que me recibiera, pero cinco años son mucho tiempo y nuestras vidas no son lo mismo.-Y tenía razón, yo ahora estaba con Isa y podría decirse que era feliz sin saber que ella había vuelto a la ciudad si no fuera por los sueños.-¿Qué tal estás tú?
-No sé como decírtelo, creerás que estoy loco pero he tenido unos sueños muy raros desde hace unos meses...
-¿Sueños?-Sus ojos abiertos me mostraron que quizá no estuviera tan loco.-¿Tú también?
-¿A qué te refieres?
-Durante un tiempo pensé que era algún tipo de remordimiento el verte todas las noches buscándome en medio de la nada, después creí que me estaba volviendo loca y al final decidí que no debía ignorar tus apariciones todas las noches desde que he vuelto. Cada noche te veo caminando en mi búsqueda y siendo siempre incapaz de encontrarme por mucho que te llame y hoy me encontraste y me asusté un poco.
-Joder, la verdad es que ahora mismo incluso yo no entiendo nada. Creo que me voy a ir, me alegro de verte, invito yo. ¿Sigues teniendo el mismo número de teléfono? Te llamaré.-Me levanté, le di un informal beso en la mejilla, pagué y me marché caminando bajo la lluvia. ¿Qué podía significar todo esto? Ella quería ser encontrada por mi y yo no paro de buscarla intentando encontrar la respuesta, ¿cuál era la pregunta?
-Ro... ¿Rober? ¿De verdad eres tú?
-¿No debería preguntar yo eso? ¿Cuándo has vuelto?
-¿Podemos hablar en un sitio cubierto? Nos estamos empapando.-Nos movimos mudos hasta el bar más cercano, ella pidió un refresco y yo una caña para intentar digerir este encuentro.-No sé por donde empezar.
-Has vuelto.
-Es cierto, cuando me fui, pensé que no volvería aqui y así fue hasta hace unos meses era cierto. Acabé mis estudios y tuve la suerte de que me contrataron y no tuve que volver, pero hace seis meses que en la empresa echaron a mucha gente y mis padres me volvieron a acoger en mi antiguo cuarto.
-¿Por qué no me avisaste de que habías vuelto?
-Han pasado cuanto, ¿cinco años? No sabía como presentarme.
-Deberías haberlo hecho, ¿no pensaste en hacerlo?
-Fuiste la última persona de la que me despedí al irme y la primera que tenía ganas de que me recibiera, pero cinco años son mucho tiempo y nuestras vidas no son lo mismo.-Y tenía razón, yo ahora estaba con Isa y podría decirse que era feliz sin saber que ella había vuelto a la ciudad si no fuera por los sueños.-¿Qué tal estás tú?
-No sé como decírtelo, creerás que estoy loco pero he tenido unos sueños muy raros desde hace unos meses...
-¿Sueños?-Sus ojos abiertos me mostraron que quizá no estuviera tan loco.-¿Tú también?
-¿A qué te refieres?
-Durante un tiempo pensé que era algún tipo de remordimiento el verte todas las noches buscándome en medio de la nada, después creí que me estaba volviendo loca y al final decidí que no debía ignorar tus apariciones todas las noches desde que he vuelto. Cada noche te veo caminando en mi búsqueda y siendo siempre incapaz de encontrarme por mucho que te llame y hoy me encontraste y me asusté un poco.
-Joder, la verdad es que ahora mismo incluso yo no entiendo nada. Creo que me voy a ir, me alegro de verte, invito yo. ¿Sigues teniendo el mismo número de teléfono? Te llamaré.-Me levanté, le di un informal beso en la mejilla, pagué y me marché caminando bajo la lluvia. ¿Qué podía significar todo esto? Ella quería ser encontrada por mi y yo no paro de buscarla intentando encontrar la respuesta, ¿cuál era la pregunta?
lunes, 6 de mayo de 2013
Recurrente (1)
Somos tan pequeños que nos ahogamos en nuestro propio lamento. Aquella chica tenía tatuadas aquellas palabras por toda su cara, como si su tristeza la estuviera oprimiendo hasta dejarla sin respiración. Con la lluvia de fondo caminaba y yo corría intentando alcanzarla, la tomaba del brazo. Y como cada mañana me despierto sin poder encontrar en sus ojos la respuesta. Sofocado por el sueño recurrente que lleva acosándome durante varios meses miré que a mi derecha todavía Isa continuaba durmiendo, sin despertarla la besé en la mejilla y caminé a por un vaso de agua a la cocina. Eran las siete de la mañana de un sábado de mayo, el calor no castigaba pero obligaba a que la unión de nuestros cuerpos durante el tiempo de descanso pasara a dos espaldas chocando en una cama que con la subida de las temperaturas recibía una ola de frío emocional.
Este era el sábado en el que ella se iba a pasar el día con sus padres y yo me quedaría en casa leyendo los relatos para un concurso en el que soy jurado. Podría ir con ella, debería ir con ella tras tanto tiempo juntos, pero con el tiempo su padre había creado un muro de odio contra mi y le entiendo, todavía ni él ni yo podemos comprender por qué su hija pudo empezar una relación conmigo y formalizarla hasta el punto de estar viviendo juntos. Quizás ella tampoco podría ser capaz de responder nunca a eso. Le hago un zumo de naranja, un par de tostadas y se las llevo a la cama.
A la hora de la despedida la acompaño hasta donde tiene el coche y decido acercarme hasta la tienda de música para ver si hay algo interesante que amenice la sesión de lectura que me espera al llegar a casa. Nada en absoluto y al salir comienza a llover, de la nada y cuando todavía el calor se negaba a irse del todo. Sin paraguas empecé a caminar apresurdamente hacia mi casa y unos metros adelante la vi, la chica del sueño. Su pelo oscuro derramándose por su espalda, su forma de caminar, sus brazos, el lugar donde en el mundo onírico acababan mis manos. La curiosidad venció a la cobardía y me apresuré. Como en el sueño avancé intentando encontrar la respuesta, pero esta vez no estaba soñando y sabía que la encontraría. La tomé del brazo y durante un momento el tiempo se detuvo, ella se giró violentamente y pude ver la sorpresa en sus ojos y en ese preciso momento todo tuvo sentido. Pero, ¿por qué hoy? ¿Por qué aquí? ¿Por qué Ana?
Este era el sábado en el que ella se iba a pasar el día con sus padres y yo me quedaría en casa leyendo los relatos para un concurso en el que soy jurado. Podría ir con ella, debería ir con ella tras tanto tiempo juntos, pero con el tiempo su padre había creado un muro de odio contra mi y le entiendo, todavía ni él ni yo podemos comprender por qué su hija pudo empezar una relación conmigo y formalizarla hasta el punto de estar viviendo juntos. Quizás ella tampoco podría ser capaz de responder nunca a eso. Le hago un zumo de naranja, un par de tostadas y se las llevo a la cama.
A la hora de la despedida la acompaño hasta donde tiene el coche y decido acercarme hasta la tienda de música para ver si hay algo interesante que amenice la sesión de lectura que me espera al llegar a casa. Nada en absoluto y al salir comienza a llover, de la nada y cuando todavía el calor se negaba a irse del todo. Sin paraguas empecé a caminar apresurdamente hacia mi casa y unos metros adelante la vi, la chica del sueño. Su pelo oscuro derramándose por su espalda, su forma de caminar, sus brazos, el lugar donde en el mundo onírico acababan mis manos. La curiosidad venció a la cobardía y me apresuré. Como en el sueño avancé intentando encontrar la respuesta, pero esta vez no estaba soñando y sabía que la encontraría. La tomé del brazo y durante un momento el tiempo se detuvo, ella se giró violentamente y pude ver la sorpresa en sus ojos y en ese preciso momento todo tuvo sentido. Pero, ¿por qué hoy? ¿Por qué aquí? ¿Por qué Ana?
Suscribirse a:
Entradas (Atom)