Me pongo delante del espejo solo con unos gallumbos viejos. ¡Qué mal aspecto tengo! Me acaricio mi pelo, me lo había cortado recientemente y era agradable al tacto. Tengo que reconocer que tengo un pelo que da gusto tocarlo. Me toco la barriga, ¿había engordado? La váscula mostraba que no, pero a mi me daba la impresión de haber ganado peso. Me quité la última prenda y miré mi desnudo completo, ¡qué horror! Barba de varios días y una gran mata de pelo rizo ahí abajo, la monotonía, el invierno y la apatía me habían llevado a un estado de descuido personal vergonzoso. Me afeité. Tomé unas tijeras que tenía en el baño y retoqué mi vello. Ya parecía otra cosa, pero me seguía preocupando mi barriga, la miré desde todas las perspectivas posibles y no dejaba de inquietarme. Mi aspecto no es una gran preocupación, pero tampoco quiero descuidarme del todo. Me tumbé sobre la pequeña alfombra de la habitación e hice una serie de treinta abdominales, me incorporé con cierto grado de fatiga y me volví a mirar en el espejo; ahí seguía aunque unas pequeñas marcas rojas se situaban donde los actualmente denominados machos alfa tienen la "tableta de chocolate". Me miré decepcionado y me metí en la ducha. A pesar de ser un holgazán desordenado, tengo que reconocer que mi higiene no podría ser mejor a pesar de lo que puedo aparentar de primeras. ¿Qué hora es? Salgo del cuarto de baño solo con una toalla y me dirijo a la terraza, es de día pero está anocheciendo, es sábado. Me pongo algo de ropa para estar por casa y enciendo la tele para distraer mi oído. Había quedado con un antiguo compañero para tomar unas cervezas, nada formal; era un buen plan.
Me hice de cenar una pizza y miré entre mi ropa limpia algo abrigado, el frío húmedo de los últimos días entraba hasta los huesos si no te preparabas para él. Nunca cuidé demasiado mi aspecto exterior, prefería estar cómodo y resguardado de las inclemencias meteorológicas que intentar lucir unos atributos de los que carezco. Salí caminando de casa pensando en las buenas anécdotas que volverían a comentarse esta noche entre cervezas, los buenos tiempos pensé. Siempre he mirado mi pasado como los buenos tiempos, es estúpido quizás, pero incluso si pensara en lo que estaba haciendo hace dos horas pensaría en cosas buenas en contraposición a un presente que apesta. Quizás ensalzar estúpidamente el pasado me hace más humano. Las calles están mojadas y parece que va a volver esta noche. Acelero el paso, voy a llegar tarde, que típico. Mi pasión por detenerme a pensar en cualquier cosa siempre me hace llegar tarde a todos lados. ¿Qué preocupación puedo tener? Llevo una vida tranquila, soy un estudiante mantenido que pasa los fines de semana normalmente solo en casa. Tengo amigos que me respetan y cero problemas en cuanto a mujeres, yo no las molesto y ellas a mi tampoco. No paro de castigarme, como si le debiera algo al universo, ¡qué le jodan!
Llego tarde pero Javi ya me conoce, no he cambiado nada desde el instituto, él sigue siendo el carismático y deportista y yo el perezoso y artista. Por aquel entonces le pegaba a la poesía, especialmente a la romántica, pensaba que funcionaría para seducir a las mujeres, la adolescencia fue una etapa para olvidar; pero también la intercalaba con un poco de poesía existencial, me creía muy profundo y trataba de transmitir eso en panfletos que resultaban ser un poco de mierda adornado con frases muy sobadas. Javi era el típico tio que sin tener mucha confianza te podría sacar una hora de buena conversación y eso siempre se agradece. Subimos al bar de siempre y pedimos dos cervezas. Comenzamos a charlar sobre nuestro presente y él pasa al ron y yo sigo con la cerveza. ¿Recuerdas al profesor de filosofía? ¿Y tú te acuerdas de Jacobo y sus locuras? Entre intercambio de risas y recuerdos se nos pasaron las horas, estaba siendo una noche entretenida, hasta me había olvidado de la leve depresión al verme delante del espejo. Noté que empezaba a estar ebrio y me dijo que se tenía que ir, al día siguiente tenía partido, insistí en acompañarle a casa y me dijo que estaba bien, que teníamos que repetir otra noche así y para la próxima intentaría aguantar hasta el final. Decidí tomar una más, la penúltima. Pedí otra cerveza, me quedaba poco dinero y la verdad es que la bebida no me había afectado para nada, notaba como mis pensamientos fluían correctamente. Pensé en las anecdotas que nos dejamos en el tintero, quedarán para la próxima.
Me tomé la cerveza con calma, hablaba de música con el camarero. Me tocaron el hombro, me giré y ahí estaba Sofía. No había cambiado un ápice, su pelo oscuro, su perfume, sus ojos verdes y esa energía que me transmitía. La miré un poco sorprendido, habíamos sido algo grande pero nos distanciamos, no pudo soportarme y no la culpo por ello. Nos quisimos demasiado, podía pasarme horas a su lado, sin hacer nada, sin mediar palabra, deborándonos el alma el uno al otro. Fuímos uno, pero de eso hace mucho tiempo. Las cosas han cambiado entre nosotros. Ella sabía que casi seguro que estaría allí, no entendía que viniera a junto mia. Habíamos rehecho nuestra vida, no recuerdo el nombre de su novio y yo simplemente intento llegar a mi cama cada noche como en los buenos tiempos.
-Sabía que estarías aquí. Hola.
-Hola.
-¿No me dices nada más después de tanto tiempo?
-Precisamente después de tanto tiempo no sé exactamente que decir.
-Un "¿Qué tal estás?" habría estado bien, ¿no crees?
-Vale, ¿quieres tomar algo mientras hablamos?
-No tengo ganas de beber esta noche, quería hablar contigo.
-¿Prefieres que caminemos un poco?
-Mejor.-Me terminé mi cerveza, pedí mi cazadora y tras despedirme del camarero salí a su lado del local. Hacía un poco de frío pero de momento no llovía y eso estaba bien.-¿A dónde te apetece ir?
-Caminemos sin más. ¿Qué tal estás?
-La verdad, no me puedo quejar; cuando termine la carrera creo que podré conseguir trabajo por una amiga de mi madre. ¿Tú qué tal? ¿Sigues escribiendo?
-Sigo sin demasiada fortuna y estudiar sabes que nunca fue santo de mi devoción. ¿Has venido sola?
-Dani se ha tenido que ir, no le gusta dejarme sola, pero estaba realmente mal.
-Se pondría peor si te viera conmigo, de eso estoy seguro.
-Me quiere y confía en mi.
-¿Confías en ti misma?
-Hace ya mucho tiempo de lo nuestro, lo sabes.
-Por eso no entiendo que estamos haciendo hoy.
-¿No echabas de menos estar conmigo?
-Eso no importa...
-Importa, yo si te he echado mucho de menos, te sigo queriendo.
-Ahora estoy seguro de que se pondría más enfermo.
-¡No tiene nada que ver con él!
-Dime, ¿Qué es lo que pasa?-Empezó a llover con mucha fuerza y nos resguardamos lo más rápido posible en el primer portal un poco amplio que encontramos, nos habíamos empapado.-¿De qué va esto?
-Dímelo tú, ¿por qué no has venido a por mi en tanto tiempo?
-Te fuiste, dijiste que fue lo mejor... No te entiendo.
-Dani es un buen chico, me trata bien, trabaja, no me comparte con la bebida y me quiere, es perfecto. No puedo olvidarte, sigo sintiendo que nos precipitamos.
-¿Crees que yo no lo pensé? Ahora es tarde...
-Rober...-Me miró con aquellos ojos, estaba tiritando debido a la mojadura y al frío, ahora estábamos resguardados pero sentí la necesidad de abrazarla.-¿En qué nos equivocamos?
-Nos quisimos demasiado, no está bien visto.
-Bésame.
-Sabes que no puedo, no sigas.
-Solo una última vez.
-Esto está mal. Lo mejor será que me vaya.-Me abrazó más fuerte, ¿qué clase de castigo era este? Debía irme, su novio era un payaso y posiblemente pensaría lo mismo de mi pero mi ética me impedía continuar en esta tesitura.-No me lo pongas más difícil.
-¿Ya no me quieres?
-Nunca he dejado de hacerlo, pero ahora la situación es diferente, ambos somos diferentes. No me hagas esto y no te lo hagas a ti misma. Será mejor que me vaya, por nosotros, por los buenos momentos que pasamos juntos.-Tomé su cara por el mentón y la besé en la mejilla derecha, ella parecía haberse dado cuenta de toda la situación y tenía sus bonitos verdes humedecidos. Pasé mis pulgares por debajo de sus ojos para limpiar las primeras lágrimas. Estuvimos mirándonos a los ojos un buen rato, en silecio, por un momento volvimos a encender aquella llama silenciosa que tan enganchado me tenía, tuve que pararlo antes de que nos quemáramos.-Siempre nos quedarán los buenos recuerdos. Te quiero.
Me adentré en la lluvia, me daba igual. Si seguía allí con ella posiblemente lo jodería todo. Noté como ella permanecía en el portal y comenzaba a llorar, era doloroso irme, pero era lo correcto. Caminé a mi casa, ahora la cerveza aparecía y se asocia con la humedad de mi ropa para hacer mi andar más pesado. He hecho lo correcto, la amo pero he hecho lo correcto. Ahora necesito una ducha caliente y acostarme. Llegué a mi casa y me volví a mirar desnudo en el espejo mientras el agua de la ducha se calentaba, no estaba mal, algo había cambiado y me gustaba. La volatilidad de las opiniones. ¿Mañana pensaría que hice lo correcto al despertar? Me pongo algo abrigado y me acuesto. Habrá otros días para no ser un buen tipo, hoy he hecho lo correcto.
Por Rubén el bombero
ResponderEliminarOh, dador de luz y calor
Le das sentido a la vida
Emergiendo como un Dios.
Cada vez que leo una historia tuya, algo en mi se transforma, mi corazón guarda bajo llave toda esa esperanza retenida entre tus líneas, hay algo más que sólo palabras...
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