El inspector Ramírez esperaba que se encontrase ante un asunto de vital importancia ya que lo habían despertado a las tres de la madrugada en una noche de martes de noviembre para ir al Tequila 666, el peor antro de la ciudad. El oficial que le llamó describió la situación como una carnicería y que eran necesarias sus capacidades. ¿Qué podría ser tan importante como para necesitarle? Ya se sabía que el bar era un centro de reuniones para varias bandas locales e incluso se tenían indicios de que se producían combates ilegales en su interior. Nada que se pudiese demostrar ante un juez y por lo tanto solo podían atacarles con pequeños mordiscos aquí y allá. Ramírez avisó de que estaría en unos veinte minutos en el lugar pero había tenido en cuenta la intensa lluvia que acompañaba al frío. En cuanto llegó a la escena del crimen salió de su coche tirando el cigarrillo a medio fumar al asfalto encharcado y mientras se empapaba echó un primer vistazo al lugar. Cinco coches de patrulla, dos de técnicos forenses y un montón de agentes de un lado para otro. En cuanto puso un pie cerca de la zona acordonada uno de los hombres se acercó para levantarla cinta y ponerle al día con el asunto.
-¡Inspector! Disculpe las horas y muchas gracias por venir, no sabíamos muy bien como gestionar un caso así. - Tras cruzar la cinta, ambos caminaron bajo la lluvia hasta la entrada del local. Había un agente joven con cara de mareo al que su compañera algo más veterana estaba tranquilizando. A Ramírez le llamó mucho la atención la escena, ¿qué podía haber ahí dentro que alterara tanto a un agente? - Recibimos hace unas dos horas una llamada de una vecina que se quejaba de gritos y ruidos provenientes del local, lo que no nos imaginábamos era lo que nos íbamos a encontrar ahí dentro. Hemos intentado mantener la escena lo más intacta posible pero hubo que mover un poco algunos cuerpos porque estaban agolpados en la entrada y era muy difícil el acceso. Por lo demás, está como la encontramos. Me gustaría que a pesar de las circunstancias es un honor contar con usted. - Un fan pensó Ramírez. Era lo que menos necesitaba con el sueño que tenía encima, le solían dar dolor de cabeza.
-Gracias por el informe agente. Veamos que tenemos aquí. Cuanto antes analicemos la escena antes podremos dejar a los de los muertos hacer su trabajo. - Ambos alcanzaron la zona donde el joven agente y su compañera estaban protegiendo la entrada. Ramírez se dirigió a ella viendo que era la que tenía más experiencia de los dos. - Vengo a ver que ha pasado aquí dentro, inspector Ramírez.
La agente les abrió la puerta y con un solo vistazo el inspector pudo comprobar que el término carnicería no era para nada exagerado. Entre veinte y treinta cuerpos inertes en el interior. Todos pegados a las pared de la entrada como si hubieran intentado escapar por la puerta o las ventanas. No presentaban heridas de bala pero si heridas como algún tipo de arma afilada. ¿Algún cuchillo, hacha, machete o espada quizás? Algunos tenían alguna parte del cuerpo totalmente amputada y la mayoría una incisión en la cabeza que podría ser la causa de la muerte. Como si hubieran sacrificado a un montón de animales. Un matadero de criminales. Algunos de ellos los conocía de vista y otros debían de ser peones del crimen de esta ciudad. Las personas encargadas de esto parecían haber salido indemnes ya que no se apreciaban manchas de sangre que no fueran de los cadáveres, ¿acaso la creme de la creme del crimen decidió no defenderse? Intentaron huir pero ¿por qué no lo consiguieron? ¿Estaban cerradas las puertas? Todavía les quedaban las ventanas si tanta urgencia tenían. El inspector caminó por la escena mirando a un lado y a otro. El arma le parecía mas cercana a un hacha que a un cuchillo. Había alguna pistola por el suelo, por lo tanto sí se habían intentado defender. Y observando el resto de la habitación había orificio de bala en la pared contraria. Se habían intentado defender pero fallaron. ¿Tantos disparos y ni siquiera una herida en el rival?
-Agente, ¿cuándo llegaron las puertas estaban atrancadas?
-Sabía que se daría cuenta. No, estaba todo tal como lo ve ahora. Las puertas abiertas, las ventanas sin ningún tipo de pestillo y esos orificios de bala del fondo sin ningún tipo de sangre. Por eso le llamamos. No entendíamos que pudo haber pasado aquí, al principio creímos que pudo ser una reunión entre bandas que acabó mal pero el tipo de heridas y que los hombres de ambos grupos estén mezclados entre las víctimas como si hubiesen colaborado para defenderse nos confundió.
-Comprendo. Si le soy completamente sincero ahora mismo estoy tan perdido como ustedes. Veo miembros de dos bandas asesinados a hachazos posiblemente y que no pudieron huir de un lugar que no les ponía ningún impedimento. Se defendieron con pistolas ante hachas y perdieron la vida sin causar ningún daño a los asesinos. No tiene ningún sentido. Si no supiera que son bobadas diría que es cosa de magia. Esta carnicería sin ninguna pista...
El inspector no pudo terminar su frase porque en el momento que dijo la palabra carnicería las luces del local empezaron a parpadear y un ruido de metálico empezó a sonar por toda la habitación. Instintivamente se llevó la mano al arma mientras miraba para todos lados intentando ver de donde provenía el sonido que se hacía a cada segundo más fuerte. El agente intentó avisar a los compañeros que había fuera pero la puerta no se abría y parecía que nadie fuera del local se enteraba de lo que estaba pasando. Ramírez iba a comprobar las ventanas cuando su compañero le señaló la puerta trasera del local. Se giró y comprobó que no estaban solos. Dos seres de unos dos metros acababan de entrar en la habitación. Y la palabra ser era la correcta para definir a cada uno de ellos porque aunque querían parecer humanos el término sería tan correcto como llamarle fuego al agua. Con unos cuerpos de dos metros de altura parecían estar hecho de partes del cuerpo de distintas personas, una pierna larga y una pierna más corta y fuerte o brazos de distinto tamaño y forma. Llevaban un mandilón como los de los carniceros y donde debería estar el cuello y la cabeza un corte del que salía un liquido negro que manchaba la parte superior de la ropa de carniceros que llevaban. En las manos cuchillos de carnicero que iban golpeando contra las paredes produciendo el ruido metálico que ya sonaba hasta el punto que lo mejor sería taparse los oídos. El agente sin mediar palabra empezó a dispararles pero las balas parecían esquivarlos. Ramírez estaba intentando racionalizar la escena pero dos gigantes decapitados estaban a punto de trocearle como a los miserables que tenía a su alrededor. Uno de ellos llegó hasta el agente y clavó el filo de su cuchillo en el cráneo. El policía se desplomó en cuanto la bestia humanoide desenterró su arma de su cabeza. Ramírez sintió pánico. Iba a morir. El ruido metálico no le dejaba pensar. Y al ruido de las armas de los monstruos se había unido un sonido agudo como de una alarma, quizás era la de incendios del local. La puerta y la ventana estaban atrancadas. Lo estaban empezando a arrinconar. El sonido de la alarma se hacía todavía más fuerte. Lo iba a dejar sordo. El inspector Ramírez despertó en su habitación empapado de sudor. Le estaban llamando por teléfono. Miró la hora en la pantalla y eran las tres de la madrugada y le llamaban de la comisaría. Se intentó sacar el miedo del cuerpo para atender la llamada.
-¿Diga?
-¿Inspector Ramírez? ¿Señor?
-Sí, soy yo.
-Señor, disculpe las horas y la molestia pero necesitamos que venga en cuanto pueda al Tequila 666. Se ha producido un crimen, no sabría muy bien como describir la escena salvo como una carniceria.
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