miércoles, 30 de marzo de 2011

La invitación

No sabría decir como llegué aquí, todos dicen que un cuarto de siglo es demasiado tiempo. Demasiado tiempo depende, si hablamos de la vida de un perro está claro que es demasiado tiempo pero si hablamos de la vida de una estrella. Demasiado tiempo. Todo para ellos se reducía a decir repetidamente demasiado tiempo. Quizás me estoy reservando, quizás... ¿A quién voy a engañar? Mis capacidades seductoras rivalizan como mi capacidad de concevir algo que atraiga el interés del lector. Y aquí me encuentro con dos compañeros de borracheras a las puertas de un local de alterne. Tony y Lucas, son el tipo de socio que no quieres tener y son los únicos socios que siempre vienen a buscarme. Estoy junto a ellos en lo que dicen que será una de las ocasiones más importantes de mi vida. Bastante nervioso, ¿qué se hace en estas ocasiones? ¿Y en estos lugares?
 
-Pidamos algo de beber y se acercarán las chicas, ¿estás preparado princesita?- Me dijo Lucas mientras me guiñaba un ojo.- Hoy te van a hacer un hombre.
-Déjate de mariconadas y pidamos esas bebidas. -Mientras yo decía esto Tony ya estaba llamando a una camarera a la que le pedía tres cervezas. 

-No pasa nada por estar nervioso, vas a tener un estreno de lujo. ¡Toda una profesional!-Señaló a un grupo de mujeres que apenas llevaban ropa encima y paseaban por el local hablando con todos los hombres que fueran solos.-Ojalá yo tuviera en su momento unos amigos como Tony y yo, nos lo tendrías que agradecer macho.
-¿Quieres que me acueste contigo? Así puedes ahorrarte la invitación y además tu polvo te sale gratis.
-¡Ahí vienen las copas!-Tony siempre sabía que tenía que decir y cuando lo tenía que decir.-Dejaos de tonterías que vienen por ahí tres chicas.
-¿No es un poco tarde para tres chicos tan jóvenes como vosotros?-Dijo una de las putas, las otras dos solo sonreían mientras esta parecía llevar la situación. 

-Preciosa, no te preocupes; nuestras mamis están al tanto de esta salida. Además esta noche es una noche muy importante.-Lucas parecía estar acostumbrado a este tipo de situaciones a pesar de lo mucho que le gustaba presumir de sus conquistas noche tras noche.-Nuestro amiguito esta noche viene a que le enseñeís lo que es una mujer de verdad.
 
Se sentaron casi sobre nosotros a pesar de haber espacio suficiente en el sofá en el que estábamos. Me incomodaba un poco tener una mujer que me usara como asiento, ¿tengo pinta de sistema de descanso? ¿Te van a pagar para tener sexo conmigo y esta es tu forma de castigarme? Realmente la situación no me gustaba, Tony pidió otras tres cervezas más y unos martinis para nuestras acompañantes y eso enfrió mis pensamientos. Ellas charlaban sobre vanalidades, todo el rato intentado hacernos sentir los más machos, yo estaba seguro que no lo era y por mucho que mi acompañante insistiera no iba a cambiar de parecer. Bebimos unas cuantas rondas más a cuenta de Tony que en cuanto miraba una cerveza vacía pedía una ronda más para todos. Entonces las chicas nos preguntaron si ibamos a estar toda la noche bebiendo y Lucas decidió que era el momento de que subieramos a los cuartos, una hora cada uno que invitaba él.

Mi chica decía llamarse Shasha, recalcando todas las veces que lo dijo que era con dos "h". Rondaría los treinta años a pesar de que decía que tenía pocos más de veinte. Estatura media, complexión delgada, morena y ojos negros que parecían los de un pez muerto. Parecían muertos, quizás perdió la pasión por la vida o debido a la dureza de su trabajo sus ojos se apagaron, pero esa chica no tenía ningún tipo de sentimiento en su mirada, me apenaba un poco. Tenía unos labios hermosos, la verdad esque a pesar de que parecía que no tenía nada interesante que contar me gustaba mirar sus labios mientras hablaba. Buen cuerpo, llevaba puesto una especie de corsé y sus senos iban tremendamente apretados y en la parte de abajo una falda apretada que marcaba sus gluteos, quizá un poco apretada para las pocas curvas que tenía que lucir. Intentaba ser sensual, pero malamente era capaz de caminar bien con esos altos zapatos de tacón. Ella iba a ser la primera.

Me subió a un cuarto en la segunda planta del local. Había una cama y una nevera pequeña con más bebidas que me dijo que había que pagar aparte si quería alguna, cojí una cerveza y empezó a desnudarse. Estaba nervioso y necesitaba ese trago. La miré desnuda, en ese momento creí mirar un ángel, durante un instante esa mujer era una aparición Divina y mi cuerpo recibió un pequeño calambrazo fruto de los nervios. ¿Qué había que hacer? Mis acompañantes le recalcaron a Shasha que era mi primera vez y ella dijo que me trataría bien. Si salía corriendo, ¿sería un cobarde? ¿Shasha dudaría de mi virilidad? ¿Qué hacer? Me tomó de la mano y me besó. El beso sabía a una mezcla entre menta y tabaco pero no me importó, en ese momento estaba recibiendo una gracia celestial y solo era capaz de seguir las indicaciones de mi ángel.

Me desnudó y me pidió que me pusiera un condón. Debió notar mi extrema inexperciencia que optó por colocármelo ella. Me tumbó en la cama, se acercó y me preguntó si estaba preparado. Permanecí en silencio. Me preguntó que me gustaría hacer. Permanecí en silencio. El pago por estar en esta situación era mi capacidad de hablar, no podía articular palabra. Optó por subirse encima y hacer todo ella. Mientras lo hacía no paraba de decir cosas como que era el mejor amante que había pasado por allí. No contesté. Al cabo de cinco minutos con ella brincando sobre mi, alcancé el clímax. ¿No tenía una hora? ¿Qué pensarían mis acompañantes de mi? Ella notó mi desasosiego y me indicó que esto era normal y que continuaríamos si yo quería más tarde.


-Eres preciosa.-Espeté y ella me miró con un poco de incredulidad y sorpresa después de tanto tiempo de silencio. 
-No hace falta que...-Se paró y sonrió.-Tú eres un buen chico, ¿cómo es que no...?
-Simplemente no. Y lo de antes no lo dije por cumplir, eres preciosa, ¿cómo es que...?
-¿Te apetece seguir? No querrás tirar la hora hablando conmigo, ¿no?

-Disculpa, sigamos...
 
Ella se puso debajo y yo era el que tenía que bregar. Me pareció mucho mejor, podría marcar el ritmo según me gustara y disfrutar un poco más de la invitación de Lucas. Ella seguía con sus alabanzas hacia mi virilidad que en cierto modo me resultaban incómodas, pero no quise molestarla diciéndoselo. Parecía sumida en un lugar lejano, en una tristeza procedente más allá del horizonte, ¿estaría haciendo algo mal? ¿Fue algo que dije? ¡Soy estúpido! No tengo salvación. Bajaremos y le dirá a mis amigos lo mal amante que soy. En cierto modo esto redujo más el disfrute. El sórdido cuarto fue el primero en quitarme las ganas de todo, mi incapacidad para hablar fue lo segundo que por poco hace que me marchara corriendo de ese lugar y ahora ella. ¿Qué le pasaba? Tenía que ser yo. La besé.
 
-¿QUÉ HACES? ¿Estás tonto? El primero fue para quitarte tanto nervio de encima, ¿tengo pinta de ser tu novia?-Dis... Disculpa... Yo no quería...
-¿Qué pasa por esa cabecita? Primero no dices ni mu y te quedas con cara de imbécil y, ¿ahora me besas?
-Pensé que...
-¿Te pagan por pensar? ¿A mi por besar? Chaval, será mejor que lo dejemos.

-Pero... El tiempo... Mis amigos...- Toda su dulzura parecía desvanecerse y yo me sumía en un estado de vergüenza total. Tenía que recurrir a todas mis fuerzas para poder decir algo.-De verdad que lo siento pero...
-Será mejor que te marches chaval. Seré buena y les diré a tus amigos que has sido tan bueno que te sale gratis la sesión.

-Gracias...-Con un ademán indicó que me fuera del cuarto. Me levanté y salí del cuarto. En algún momento mientras me marchaba creí mirar signos de humedad en sus ojos, quizás yo quería ver eso para que no me afectara tanto el rechazo. Ni pagando podía conseguir que una mujer me amara por una noche, ni siquiera por una hora. ¿En qué clase de hombré me convertía eso?
 
Bajé de nuevo y me senté, pedí una cerveza y me dediqué a escuchar la música de fondo mientras pensaba en el punto en el que estaba. Incapaz de escribir e incapaz de amar. ¿Qué podía hacer? ¿Mi castigo por haber comparado en mi mente a esa mujer con una imagen celestial es este sentimiento de soledad? ¿Qué hice mal? Apenas pasaron quince minutos en los que me surmergí en mis pensamientos cuando mis acompañantes bajaron, Shasha les había contado que no tenían que pagar nada por mi porque había sido una gran sesión. En ese momento esas palabras eran como puñales, solo podría ser un hombre en su mentira. Salimos y decidimos ir a beber.
 
-Chaval, parece ser que lo bueno se hace esperar... La puta quedó impresionada contigo.-Lucas acompañó sus palabras con unos golpecitos a mi brazo con el codo. 
-Ya ves.

domingo, 20 de marzo de 2011

Antes de dormir

Las reuniones con los compañeros de universidad son siempre interesantes, nos meten a unos cuantos en el piso de estudiante de alguno, cada uno lleva bebida más que la proporciona el anfitrión y se habla con gente a la que apenas cruzarías una palabra si no hubiera necesidad de apuntes o bebida de por medio. Esa noche me había invitado un tipo que siempre me pedía apuntes con la excusa de que él era muy lento copiando y siempre se le quedaba por escribir lo importante. La invitación fue tentadora, me dijo que me reservaría algunas cervezas para mi por prestarle mis apuntes y que la gente que iba a ir era de confianza y habría buen ambiente. Y allí estaba yo, bebiendo y el tipo éste incordiando a cada momento agradeciéndome mi ayuda; iba borracho y no era de esos que divierten o tienen algo interesante que contar. Serían unas doce personas en ese salón de piso de estudiante, cinco hombres, el anfitrión, dos tipos que se presentaron como compañeros de piso del anfitrión, otro que a pesar de que no me sonaba su cara en teoría se sentaba cerca de mi en clase y yo. Siete mujeres nos acompañaban, tres de ellas me sonaban de verlas en alguna clase, siempre criticando y castigando mis oídos con sus molestos cuchicheos, otra era la novia de uno de los compañeros de piso y las otras tres amigas de esta última. La novia de uno de los compañeros de piso del anfitrión hablaba como si fuera la dueña del piso y ordenaba en todos como si sus deseos debieran ser órdenes. La noche continuaba y la bebida iba bajando en cantidad con el paso del tiempo, el anfitrión me presentó a una de las amigas de "La Reina del Piso" que parecía un poco borracha y según lo que me dijo mi estúpido compañero "algo interesada en ti".

Hablamos y bebimos, no recuerdo mucho de sus palabras ni de las mias, posiblemente hablamos de que estudiamos y de lo interesante que es, pero con el alcohol barato ya se sabe que te juega malas pasadas y realmente no recuerdo mucho de las palabras que intercambiabamos. "La Reina del Piso" se acercó a donde estábamos y le comentó a su amiga que si se encontraba mal que podía ponerle un colchón con unas mantas en el salón y que descansara, ella accedió y yo pregunté si lo podíamos compartir porque mi estado no era el mejor de todos, accedieron ambas.

Nos metimos con ropa y todo, ella tenía una larga melena morena, camiseta blanca de tirantes que dejaba ver gran parte de sus senos en un pronunciado escote y unos pantalones vaqueros ajustados rotos por delante mostrando los muslos y por detrás justo debajo de las nalgas. Yo llevaba una camiseta con alguna mancha de vino y cerveza y pantalones vaqueros. Allí estábamos en una cama improvisada en el salón de ese piso debajo de una manta mientras las amigas de mi acompañante a pocos metros charlaban sus amigas sobre un profesor que ni me sonaba el nombre.


Ahí me encontraba, bajo una manta con una mujer preciosa y ambos un poco borrachos, posiblemente el alcohol y el calor que hacía bajo esa manta hicieron efecto, pero una de mis manos empezó a acariciar sus nalgas, ella tardó en reaccionar, al principio intentó apartarme, pero apreté más fuerte y empecé a besar su cuello y ella accedió, sus manos empezaron a recorrer mi cuerpo. Yo estaba preparado y de pronto introduje una de mis manos por dentro de su camiseta buscando sus senos y la otra por dentro del pantalón para alcanzar las nalgas que anteriormente eran separadas por la tela del vaquero y su ropa interior. En ese momento su cuerpo sufrió como un bloqueo y la distancia que nos separaba parecía de kilómetros.

-No, no podemos... Están mis amigas aquí al lado. No podemos.- Puso sus manos en mi pecho como intentando crear una barrera protectora entre los dos.
-¿Por qué no? Ambos está claro que queremos, me parece una estupidez.- La besé, como si eso fuera la llave que me llevaría al paraíso que buscaba, pero ella no respondió con la pasión que esperaba y continué. -Nadie se tiene porque enterar, vamos.
-Pero... Pero...- Volví a besarla y esta vez me siguió y mis manos volvieron sin ningún tipo de oposición a donde hacía unos instantes fueron rechazados.

El juego se estaba volviendo peligroso, los movimientos tenían que ser sutiles, cada vez que alguno de los dos hacía un movimiento un poco brusco, ella reaccionaba separándose de mi durante un breve lapso de tiempo que se me hacía eterno y volvíamos a empezar. Quise llevar la situación un paso más adelante e intenté introducir mi mano entre sus piernas, al principio parecía que no iba a acceder pero las puertas al cielo femenino se abrieron, su boca parecía que en cualquier momento iba a negarme la entrada pero su cuerpo estaba deseoso de que llegara este momento. Parecía disfrutar, mis dedos estaban trabajando en ello y el alcohol hacía que el calor y el cansancio parecieran algo secundario y de pronto empecé a tener recompensa a mis esfuerzos, ella desabrochó el botón de mi pantalón e introdujo su mano dentro, manteniendo un ritmo similar al mio empezó a bombear. La situación empezaba a ser muy divertida y placentera y decidí que esto podría continuar a mejor.
-Quítate el pantalón.- - Susurré en su oído.
-¿Estás loco? ¿Quieres que nos pillen? Mis amigas están ahí al lado y podrían enterarse, además; ¿tienes...?
-La verdad esque no, pero te juro por lo que más quieras...
-No sigas, he dicho que no.
-Tú y yo sabemos que esto no puede quedar así.- Mis dedos trabajaron de una forma que pareció gustarle pero ella apartó mi mano y sacó la suya de mi pantalón y se giró dándome la espalda. En ese momento no sabía qué podría decir e hice lo que en ese momento necesitaba, introduje mi propia m
ano dentro del pantalón y empecé a masturbarme.
-¿Estás loco? ¿Qué haces? ¿Piensas manchar la manta de mi amiga? ¡Eres un cerdo!
-¿Qué quieres que haga? ¿Has pasado de Reina de Hielo a Reina del Puritanismo? Puede que tú quieras dejar esto así, pero yo tengo claro que no.- Continué a lo mio y en ese momento se giró e introdujo su mano en mi pantalón apartando la mia.
-Realmente sois todos unos cerdos, ni uno vale la pena.- Empezó a bombear y añadió.-¿Qué tenías pensado hacer cuando terminaras? Daís asco.- Continuó con lo suyo y añadió su otra mano a dentro de mi pantalón. La segunda mano estaba dentro pero no hacía nada. Bombeó y bombeó y terminé, lo entendí todo, usó la segunda mano para recojer mis desperdicios.- Realmente los tios sois lo peor.


Se levantó y se fue con eso en su mano directamente al baño del piso saludando por el camino a sus amigas y diciendo que ya se encontraba mejor. A la mañana siguiente no estaba durmiendo a mi lado y a mi solo me quedaba un buen dolor de cabeza fruto de las cervezas baratas de la noche anterior. No estoy seguro de si volvió a mi lado, antes de que volviera yo ya estaba dormido.

martes, 15 de marzo de 2011

Lágrimas y semen

Abrí la puerta y entré en aquel local. Era un sábado de Septiembre y eso se notaba en que los bares estaban un poco más vacíos que hace unas semanas. Nadie fijó su mirada en mi y yo dediqué unos segundos al tipo de gente que estaba distrubuída por las mesas y en la barra, nada interesante salvo un grupo de mujeres que parecían dedicar sus gritos a una joven en la barra del bar, posiblemente amiga de ellas. Me senté y pedí una cerveza, estaba sediento, toda una semana trabajando por un dinero que con suerte me duraría hasta el martes si no me lo bebía todo hoy.

Después de tres cervezas y dos cocktails que parecían contener vodka, granadina y algo más que desconozco, el ambiente de mi bar de siempre empezó a dejar de ser tan deprimente como cuando entré. Fijé mi vista a mis laterales y estaba ella, la chica de la barra que estaba pidiendo copas para su grupo de amigas cuando entré, no lo dudé y le dije algo.

-¿Eres la camerera o algo así?
-¿Disculpa?

-¿Eres o no la camarera? Lo digo porque eres la única que viene aquí a por copas.
-Son mis amigas, no me importa...
-A mi tampoco me importaría que me sirvieras tú las copas.
-Gracias, supongo.
-¿Podrías quedarte un rato más aquí?- Dije mientras le tomaba de la mano.
-Bueno... Mis amigas...- Parecía no confiar demasiado en mi pero al final terminó su respuesta.-Vale.

Y charlamos durante un par de horas, me habló de sus gustos, que le encantaba Muse y que desde pequeña tocaba el piano con intención de poderse dedicar a ello profesionalmente algún día, que ahora trabajaba de repartidora de publicidad por las casas pero que estaba a punto de conseguir ser reconocida por su talento al piano. No me equivoqué al pensar que era una mujer interesante y solo sus piernas distraían mi atención de todo lo que decía. Me contó que acababa de superar una ruptura muy complicada con un tipo que se fue un día dejando una nota pegada en la puerta de la nevera, en aquel momento pensé en lo crueles que llegamos a ser con los seres que amamos. Me comentó que llevaba un tiempo bastante triste y por eso hoy sus amigas decidieron sacarla de casa. Hablamos y hablamos, la bebida desaparecía entre nuestros labios y hasta las propias amigas de la joven se fueron dejándola en lo que creyeron que era "grata compañía". Seguimos hablando, las palabras dejaron de cobrar sentido y solo bebíamos y nos acompañábamos el uno al otro.


Estabamos fuera del bar unas calles más abajo, besándonos. ¿Cómo habíamos llegado a este punto? No entendía nada pero parecía que ambos nos estábamos dejando llevar, la situación se acaloraba, su lengua surcaba el interior de mi boca y yo apretaba sus nalgas con mucha fuerza. ¿Cómo habíamos llegado a esto?


-Dime que me quieres.- Susurró en mi oído.
-¿Qué?
-Por favor, dime que me quieres, que me deseas...
-No podría decirte ni como te llamas, ¿cómo quieres...?
-No importa, por favor; solo quiero que digas que me quieres.
-Vale. - En ese momento una tristeza invadió totalmente mi ser, quizás la fragilidad emocional de esta joven cuyo nombre desconocía pero que deseaba escuchar que la amaba, quizás la belleza que transmitía con ese aire triste que irradiaba; pero mis ojos se humedecieron y mis mejillas fueron divididas por la línea divisoria que mis lágrimas marcaban al bajar. -Te quiero.

Como si fuera aquel regalo de navidad que llevara años esperando lo que parecía una expresión de debilidad y tristeza en esta joven se transformó en una hermosa sonrisa y lentamente abrió la cremallera de mis pantalones y antes de que pudiera decir nada intrudujo mi pene en su boca, no entendía nada pero estaba disfrutando como hacía mucho que no sucedía, no podía articular palabra y estaba a punto de alcanzar el clímax. Pude alcanzar sacarlo pero no pude evitar manchar su mejilla. Ella soltó una risilla y buscó un pañuelo en su bolso con el que se limpió y volvió a ponerse a mi altura.

-Gracias.- Me regaló un último beso en la mejilla y se giró empezando a caminar alejándose de mi.
-¡Espera! ¿No te apetece seguir? ¿Podrías darme tú número de teléfono? ¡Por lo menos tu nombre! ¡Me llamo Esteb...!- Realmente nunca entenderé a las mujeres.