miércoles, 15 de mayo de 2013

Recurrente (0)

Lunes 18 de Mayo:

Antes de que se me hiciera tarde y no tuviera tiempo necesitaba volver a escribir porque ya son 117 noches las que este sueño me lleva persiguiendo. Sigue estando él y como cada noche me persigue y yo estoy frente a él de espaldas bajo la lluvia y al mismo tiempo a sus espaldas llamándolo, no me escucha y sigue avanzando intentando alcanzarme y yo corro detrás de él, me agarra del brazo y yo caigo mientras él permanece congelado dándome la espalda. Empiezo a estar preocupada, tengo miedo de hablar con alguien de lo que me pasa porque pensará que después de tanto tiempo no he olvidado a Rober, ¿debería llamarle? ¿Pensará que estoy loca si le cuento lo que me pasa? Marta me dijo que hace un tiempo que está viviendo con otra chica... ¿Qué debería hacer?

Sigo buscando trabajo sin mucho éxito, hoy entregué el CV en seis empresas más, llevo tantas que en la copisteria
ya me conocen como la parada del mes. Mamá me dijo que este sábado una empresa cerca de casa haría entrevista a gente joven, debería acercarme y probar suerte. Todavía no me veo capacitada para considerar este mi hogar, pasé la mayor parte de mi vida aquí, pero leyendo como fue mi vida estos últimos cinco años, es horrible ver como todo eso ha desaparecido. Por la tarde iré con Marta al cine, necesito desconectar, supongo que me llevará a ver la comedia de risa que me prometió, aunque con Marta nunca se puede descartar una romanticona o que traiga a Pedro y acabemos viendo la típica película de acción, donde el americano de turno con un cuchillo y un ego gigante sea capaz de matar a un ejercito de algún pais exótico y comunista.

Seguramente sea la vez número 117 que escribo esto, no entiendo nada.
Ojalá no haya una ocasión número 118, nos vemos.

martes, 14 de mayo de 2013

Recurrente (2)

-¿Ana?
-Ro... ¿Rober? ¿De verdad eres tú?
-¿No debería preguntar yo eso? ¿Cuándo has vuelto?
-¿Podemos hablar en un sitio cubierto? Nos estamos empapando.-Nos movimos mudos hasta el bar más cercano, ella pidió un refresco y yo una caña para intentar digerir este encuentro.-No sé por donde empezar.
-Has vuelto.
-Es cierto, cuando me fui, pensé que no volvería aqui y así fue hasta hace unos meses era cierto. Acabé mis estudios y tuve la suerte de que me contrataron y no tuve que volver, pero hace seis meses que en la empresa echaron a mucha gente y mis padres me volvieron a acoger en mi antiguo cuarto.
-¿Por qué no me avisaste de que habías vuelto?
-Han pasado cuanto, ¿cinco años? No sabía como presentarme.
-Deberías haberlo hecho, ¿no pensaste en hacerlo?
-Fuiste la última persona de la que me despedí al irme y la primera que tenía ganas de que me recibiera, pero cinco años son mucho tiempo y nuestras vidas no son lo mismo.-Y tenía razón, yo ahora estaba con Isa y podría decirse que era feliz sin saber que ella había vuelto a la ciudad si no fuera por los sueños.-¿Qué tal estás tú?
-No sé como decírtelo, creerás que estoy loco pero he tenido unos sueños muy raros desde hace unos meses...
-¿Sueños?-Sus ojos abiertos me mostraron que quizá no estuviera tan loco.-¿Tú también?
-¿A qué te refieres?
-Durante un tiempo pensé que era algún tipo de remordimiento el verte todas las noches buscándome en medio de la nada, después creí que me estaba volviendo loca y al final decidí que no debía ignorar tus apariciones todas las noches desde que he vuelto. Cada noche te veo caminando en mi búsqueda y siendo siempre incapaz de encontrarme por mucho que te llame y hoy me encontraste y me asusté un poco.
-Joder, la verdad es que ahora mismo incluso yo no entiendo nada. Creo que me voy a ir, me alegro de verte, invito yo. ¿Sigues teniendo el mismo número de teléfono? Te llamaré.-Me levanté, le di un informal beso en la mejilla, pagué y me marché caminando bajo la lluvia. ¿Qué podía significar todo esto? Ella quería ser encontrada por mi y yo no paro de buscarla intentando encontrar la respuesta, ¿cuál era la pregunta?

lunes, 6 de mayo de 2013

Recurrente (1)

Somos tan pequeños que nos ahogamos en nuestro propio lamento. Aquella chica tenía tatuadas aquellas palabras por toda su cara, como si su tristeza la estuviera oprimiendo hasta dejarla sin respiración. Con la lluvia de fondo caminaba y yo corría intentando alcanzarla, la tomaba del brazo. Y como cada mañana me despierto sin poder encontrar en sus ojos la respuesta. Sofocado por el sueño recurrente que lleva acosándome durante varios meses miré que a mi derecha todavía Isa continuaba durmiendo, sin despertarla la besé en la mejilla y caminé a por un vaso de agua a la cocina. Eran las siete de la mañana de un sábado de mayo, el calor no castigaba pero obligaba a que la unión de nuestros cuerpos durante el tiempo de descanso pasara a dos espaldas chocando en una cama que con la subida de las temperaturas recibía una ola de frío emocional.

Este era el sábado en el que ella se iba a pasar el día con sus padres y yo me quedaría en casa leyendo los relatos para un concurso en el que soy jurado. Podría ir con ella, debería ir con ella tras tanto tiempo juntos, pero con el tiempo su padre había creado un muro de odio contra mi y le entiendo, todavía ni él ni yo podemos comprender por qué su hija pudo empezar una relación conmigo y formalizarla hasta el punto de estar viviendo juntos. Quizás ella tampoco podría ser capaz de responder nunca a eso. Le hago un zumo de naranja, un par de tostadas y se las llevo a la cama.

A la hora de la despedida la acompaño hasta donde tiene el coche y decido acercarme hasta la tienda de música para ver si hay algo interesante que amenice la sesión de lectura que me espera al llegar a casa. Nada en absoluto y al salir comienza a llover, de la nada y cuando todavía el calor se negaba a irse del todo. Sin paraguas empecé a caminar apresurdamente hacia mi casa y unos metros adelante la vi, la chica del sueño. Su pelo oscuro derramándose por su espalda, su forma de caminar, sus brazos, el lugar donde en el mundo onírico acababan mis manos. La curiosidad venció a la cobardía y me apresuré. Como en el sueño avancé intentando encontrar la respuesta, pero esta vez no estaba soñando y sabía que la encontraría. La tomé del brazo y durante un momento el tiempo se detuvo, ella se giró violentamente y pude ver la sorpresa en sus ojos y en ese preciso momento todo tuvo sentido. Pero, ¿por qué hoy? ¿Por qué aquí? ¿Por qué Ana?