sábado, 16 de febrero de 2019

La jaula

   Mírate. ¿Qué han pasado? ¿Diez, once años? Y ahí sigues, dentro. No, no estás preso. No, nunca tuviste un ala rota. Nadie ha escondido la llave. Mírate, cobarde. ¿No te duele mirarte? Ella hace mucho que abrió la puerta. Ya no quedan barrotes que te retengan. ¿Cuánto tiempo llevas ahí dentro? ¿Diez, once años? En silencio, observando, deseando. ¿Acaso no tienes amor propio? Ella se fue hace ya mucho tiempo, seguro que ni te recuerda. Y a ti todavía te da vergüenza decir su nombre. No es vergüenza, es miedo. Te da miedo. No olvidas, peor, la recuerdas cada día. Recuerdas la primera vez que te habló, cada una de sus palabras. Recuerdas tu deseo al verla. Su mirada, sus ojos verdes. Su sonrisa. Y todavía sigues ahí, recordando. ¿No te duele? Seguro que si escucha tu nombre no sabría decir quién eres. ¿Y la recuerdas? ¿Y te quedas ahí dentro? Recuerdas al contacto de su piel, como te ponía la piel de gallina. Porque eso es lo que eres, un gallina, un cobarde, un inútil. ¿Diez, once años? Mírate, seguro que ni te sostienes la mirada en el espejo. La recuerdas cada día y para ella no existes. Recuerdas la primera vez que te dijo "te quiero" y como te dejó sin aliento. ¿La quieres? Si ni siquiera tienes amor propio, ¿tienes el valor de querer a alguien? ¿Diez, once años? Todavía conservas esos zapatos que te recuerdan a ella y para ella no existes. Recuerdas el beso que nunca le diste y las palabras que no fuiste capaz de pronunciar. Porque sabias que era ELLA. ¿Cuánto tiempo vas a seguir ahí dentro? ¿Cuándo te vas a permitir salir? Para ella no existes. Para ella no eres nadie. Lo sabes y te niegas a creerlo. ¿No decías que si escribías sobre ella se pasaba? Y ahí sigues, dentro. No tienes un ala rota. No hay ninguna puerta cerrada. No hay barrotes. No existe ninguna jaula.