martes, 21 de junio de 2011

Esa extraña sensación de...

Había pasado el tiempo suficiente para no acordarme apenas de lo que había pasado entre nosotros, pero insuficiente para olvidarla a ella. Había vuelto al mismo local varias noches, no había bebido esperándola a ella, no quería perderme ningún detalle, no apareció. Había perdido la esperanza, solo podía volver a beber. Al fondo del vaso no encontraría a Carol, pero era la única forma de olvidar que en una noche perdí a dos mujeres. Se podría escribir un libro con eso, pero hasta la escritura me había abandonado, hacía meses que no conseguía unir más de tres oraciones con sentido. Había tocado fondo.

Estaba otra vez en el bar, para buscarla. Esta noche estaba bebiendo y el ritmo era alarmante. A las dos horas de llegar el camarero empezaba a negarse a servirme una copa. Tengo dinero, termina accediendo. Esta noche solo toca la banda, nada de mi ardiente Carol. Bebo y pienso en ellas. La mujer que me abandonó porque me consideraba un fracasado y la mujer que me abandonó antes de que la conociera. ¿En qué clase de triste hombrecillo me había convertido? Yo me jactaba de haber sido alguien, de haber tenido talento, ¿dónde está todo ese talento? Veo que mi dinero empieza a escasear y pido una cerveza. Realmente he tocado fondo, borracho en un bar buscando a una mujer que no es si volverá. En todo este tiempo ni valor he tenido para preguntarle al camarero por ella. Creo que nunca seré capaz. ¿Qué mal haría preguntando por ella? Debería hacerlo, ¿Quién me lo impide? ¡Nadie! Debería, debería... Escucho como alguien entra en la sala, ¡es ella! Carol, la bella Carol. Su cabello carmesí y su carmín la delata. Lleva un abrigo que se quita nada más entrar mostrando un vestido muy ceñido negro que realza aun más su silueta, camina con decisión por la sala pero algo ha cambiado en esa mujer que desprendía el calor de un incendio, algo se ha apagado en ella. Se sienta en la barra no muy lejos de donde me encuentro y pide un Martini. Me acerco a ella cerveza en mano.


-Disculpa.-Me siento a su lado y mientras me acomodo añado.-¿Qué tal es...?
-Lo siento, ahora mismo no ten...-Me mira y se queda callada un momento como si acabara de presenciar la aparición de un muerto.-Sientate por favor.
-Gracias, ¿qué tal te va?
-¿Rober no?-Asiento con un poco de tristeza, ¿se había olvidado de mi? ¿Había borrado la noche que compartimos?-Lo siento, siento lo de aquella noche. Lo que hice...
-Al día siguiente no entendía nada, ¿por qué?
-Lo siento, estaba confundida. ¿No has cometido nunca un error?-En ese momento recordé como horas antes de mi encuentro con ella había cometido el error que me había llevado a ese bar, como había dejado marchar a la que pensaba que era la mujer de mi vida, fui estúpido pero en mi error el malparado terminé siendo yo.-Había tenido un mal día, estaba pasando un mal momento... Me había dejado y yo... Yo... No sabía que hacer, apareciste borracho y fuiste amable. No sabía que hacer. Luego me puse nerviosa, ¿y si él aparecía? No podía fastidiarlo todo... Lo siento, es lo único que te puedo decir.
-¿Fastidiarlo? No te entiendo, no entiendo nada. Pero, ¿dejarme así y largarte?
-Estaba en un mal momento.-Parece bastante triste y yo me ablando, da un trago a su copa .-Agradezco lo que hiciste por mi esa noche. ¿Quieres una copa? Invito yo.
-No hace falta, en serio. ¿Estás bien?
-Si, bueno, si. ¿De verdad no quieres la copa?
-¿Qué pasa? ¿Por qué no volviste antes?
-La verdad esque hoy tenía algo que hacer...-Mira la hora y posteriormente a la puerta como si estuviera esperando que entrase alguien y que la salvara de mi.-Da igual, ¿te apetece qué charlemos y bebamos? No se me ocurre otra forma de disculparme.
-Perfecto, ¿puedes pedirme un whisky con hielo?
-Claro, lo que quieras. La suerte me ha vuelto a sonreir en mi carrera...
-¿De verdad? ¡Me alegro mucho! Voy un momento al baño y me cuentas...
-Bien.-Entra alguien en el bar, un hombre, no lo he visto en todas las semanas que he venido buscando a Carol. Ella me besa.-Te espero...

Voy al baño echando miradas furtivas cada dos pasos a Carol, ¡qué hermosa mujer! ¡Es un ángel! Podría pasar toda mi vida bebiendo y escuchándola. Orino intentando estar el menor tiempo posible, me salpico un poco y me labo las manos. Me miro en el espejo, mojo mis manos y arreglo un poco mi pelo. Tengo un aspecto terrible, ¿cuánto tiempo llevaré sin afeitarme? No importa, me ha besado. No hay lugar para las dudas. Ahora saldré a por esa copa y a por esa mujer. Salgo del baño confiado. ¡No está! ¿Dónde estás dulce Carol? Me lanzo sobre la barra y le pregunto por ella al camarero, me dice que pagó mi copa y que se fue con un hombre. Salgo rapidamente por la puerta y la veo caminando agarrada al hombre que no reconocía. ¿Sería su productor? ¿Ese hombre volvía a tirar de las cuerdas de su vida como si se tratase de una marioneta? Están demasiado lejos, no hay nada que hacer. Realmente me ha vuelto a dejar, entro, me siento, miro la copa delante de mis narices y disfruto de lo único que me queda de ella.