martes, 26 de abril de 2011

Cadena de dolor

Llevo tres dosis de medicina para días tristes, whiskys dobles con hielo para los no conocedores. Había sido un día duro en el trabajo. Mi cuerpo y mi mente están al límite del agotamiento y la única recompensa recibida ha sido una amonestación verbal y económica por parte de mi jefe. Ese cabrón la tiene tomada conmigo. Pido otra copa. ¿Qué le he hecho? Hoy llegué puntual, hice todo lo que tenía que hacer y como cada dos semanas vino a inspeccionar mi trabajo y descargó toda su ira en mi. ¡Hijo de perra! Bebo de golpe mi copa y pido otra sin dejar de sumergirme más en mis pensamientos.

Tres copas más tarde me incorporé de mi butaca y pagué con un billete mis consumiciones. Estaba claramente perjudicado por el alcohol, pero tenía que llegar a casa. Allí me espera mi dulce Clara. Ella me traerá una cerveza con su mejor sonrisa, me besará y me dirá que no pasa nada. Luego me regalará su cuerpo y podré sorportar despertar otro día más en esta vida y el dolor de cabeza que tendré mañana. Puede que sea la euforia de la bebida, pero al pensar en mi amada los pies no pesan tanto, los problemas no causan tanto malestar y los gritos de mi jefe semejan estar en un pasado muy lejano. Me siento vivo, solo la idea de llegar a casa y sumergirme en ella hace que toda la furia se escape como el aire por la boca tras cada paso jadeante, como el sudor por mis poros o mi perfume en el aire. Llego a casa y nada puede salir mal, intento disimular mi estado al abrir la puerta, me resulta muy complicado y acaba abriéndome la puerta. Allí está ella, radiante como cada mañana, fabulosa como antes de que me vaya a trabajar, irresistible como cuando vuelvo a la hora de comer y simplemente mágica como cuando me recibe después de mi jornada de trabajo. ¿Cómo podría estar ella conmigo? Soy un desastre como hombre y como ser humano. Intento esbozar una sonrisa y me descalzo, ella a pesar de notar mi aliento me recibe con una cerveza. ¿Es un regalo de los Dioses para compensar una vida tan miserable? La beso, se aparta muy rápido. No entiendo nada, intento besarla de nuevo y se aparta. ¿Qué pasa? ¿Ya no me ama? ¿Por qué no me deja tomar lo que es mio? ¿Acaso no es ella mi bendición? Tercer intento y esta vez después de apartarse se gira y se va al salón. Noto como toda la furia que había dejado atrás vuelve, pero intento alejarme de ella. Le doy un trago a la cerveza, está fresca, está deliciosa pero en este momento me produce arcadas. ¿Qué he hecho? No, yo no he podido ser. ¡Hay otro! ¡Tiene que ser eso! A lo mejor tuvo un mal día o le dieron una mala noticia. Pero no es culpa mia. Voy a sentarme a su lado.

-¿Estás bien? Te noto... ¿Distante?-No pasa nada.
-Puedes contármelo...-Intento besarla pero su mano se interpone de nuevo.-¿Acaso ya no me amas?
-Estás borracho, dejémoslo...
-¿No me amas? Dímelo.
-Estás borracho...
-¡Dímelo!
-Estás borrac...-En ese momento mis palabras se transformaron en puños, la golpee, no entiendo por qué lo hice, pero lo hice. Mi puño machacó su mejilla derecha y durante un instante noté un silencio infernal. 

-Lo... Lo...Lo siento...-¿Qué había hecho? Acababa de golpear a mi ángel. ¿Cómo podía haber hecho eso? ¡Señor si estás allí arriba mátame! Me incorporé sin decir nada más, mis puños apretados y me marché sin decir otra palabra. Mientras me marchaba pude ver como lloraba y me sentí aun peor.

Salí a la calle y mi primera idea fue ir a un bar, la descarté; el alcohol me había llevado hasta este punto. Soy un Diablo, soy el mismísimo Demonio y mi puño es el tridente. Ella no había hecho nada malo. Ella no tenía la culpa, soy basura. Me aparté a un callejón y vomité. Era muy tarde, fui a casa de mi amigo más cercano, me dejó entrar sin tener que darle demasiadas explicaciones. Me preparó una cama improvisada en uno de sus sofás. ¿Por qué lo había hecho? ¿Cómo había podido apuñalar así a mi propia alma? Ella no es solo una mujer, era todo lo que necesitaba. Ahora se irá, o se lo dirá a alguien, estoy condenado. La gente como yo no merece estar entre otras personas. ¿Qué he hecho? ¿Qué he hecho? ¡La culpa es de mi jefe! ¡De la bebida! ¡Mi jefe! ¡Maldito bastardo! Él descarga su furia en mi y yo como un estúpido he golpeado a quien menos se lo merece. He continuado su cadena de dolor. Seguro que a él también le joden, seguro que es un eslabón más. ¿Yo dónde quedo? ¿Hasta dónde llegará? ¿Qué hará mi dulce Clara? ¡Soy despreciable! Tengo que hacer algo. Mañana es sabádo, no trabajo. Tengo que solucionarlo. ¡Ya se! La llevaré a comer al restaurante de nuestra primera cita. La llevaré a dar un paseo o al cine. Tengo que recuperarla. ¡No puedo perderla! ¿Qué he hecho? ¡Me doy asco! Intento dormir un par de horas.


Me despierto temprano, me ducho e intento arreglarme con lo poco que pude cojer antes de salir de casa. Agradezco a mi amigo su hospitalidad y que no me preguntará sobre lo sucedido. Voy a preparar todo. Voy al restaurante, reservo mesa. ¡Perfecto! ¡La voy a recuperar! Ella lo entenderá, sabrá que no lo hice queriendo. ¡La amo! ¡Amo a esa mujer más que a mi vida! Voy al cine, compro dos entradas para la sesión de la tarde y otras dos para la de la noche. Le dejaré escojer a donde ir a cenar, soy un genio. ¿Dónde hay una floristería? ¡Ya se! Voy a la floristería, el ramo de rosas rojas más grande que tenga. ¡Todo es poco para mi Clara! Antes de ir a casa me paro en todas las cristaleras para revisar mi aspecto. ¡Me va a perdonar! ¡Me va a perdonar! No soy mala persona, solo soy un eslabón más en esta estúpida cadena de dolor. Llego a mi edificio. Estoy nervioso. Un escalofrío por toda mi espalda al abrir el portal. Subo las escaleras con el ramo en las manos. Saco las llaves del pantalón, noto el aroma de que está cocinando algo y el sonido de sus pasos. Ya dejaremos eso que esté cocinando para la cena. Abro la puerta, ella está de nuevo para recibirme. Tiene la mejilla derecha inchada y un tono triste en su mirada. Mis ojos se humedecen. Mi preciosa Clarita, sonríe. ¡He vuelto! ¡Perdóname! ¡Te amo!

 

-Te he traído...-Noto que oculta algo a su espalda.-Te he traído este ramo de flores cariño. Sé que no es suficiente, pero ya verás el maravilloso día que nos esp...
-Lo siento, yo... Yo... Yo...-Se acerca bruscamente hacia mi. Noto una punzada de dolor en mi estomago.-Yo no quiero ser como esas mujeres de la tele...-Miro para abajo y sus manos sostienen un cuchillo que se clava en mi abdomen. ¿Por qué me haces esto? ¿Acaso no quieres comer conmigo? ¿No te apetece ir al cine? ¿Ya no me amas? Yo quería... Yo quería...
-Pero... ¿Por qué?-Veo las lágrimas en sus mejilas, como la lágrima de su mejilla derecha parece quemarle la cara. Me duele y me caigo de espaldas. Vuelvo a mirar el cuchillo y está lleno de sangre, mis manos tienen sangre. Me tumbo. ¿Por qué? Yo iba a solucionar todo. ¡Íbamos a ser felices! ¡Te amo! ¿Por qué termina así? No tengo fuerzas para decirte todo esto, pero ¡te amo! Creo que yo también lloro, ya no la veo. Escucho sus lamentos a lo lejos. Se rompe esta cadena.

jueves, 7 de abril de 2011

Al despertar

Maldita sea, menudo dolor de cabeza. Noto el Sol golpeándome la mejilla y la sensación es muy molesta. Tengo un sabor de boca pastoso y asqueroso, necesito beber algo. Abro poco a poco los ojos. ¿Dónde estoy? De seguro que este no es mi cuarto, miro a mi alrededor y posters de hombres en bañador. ¿Cómo he acabado aquí? Parece el cuarto de una adolescente. Miro por debajo de la sábana, estoy totalmente desnudo. Me incorporo con cierto pudor y alcanzo a encontrar mi ropa interior y mi pantalón que rapidamente procedo a ponerme. Me intento quitar las legañas frotando mi mano derecha por mis ojos y noto cierto olor que mezcla sexo y alcohol y rapidamente la aparto de mi cara con gran desagrado. Tengo que averiguar dónde estoy.
 
Salgo con paso lento del cuarto y entre la luz que ciega mi ya dañada mente y mis ojos llenos de legañas apenas puedo diferenciar este piso de cualquiera otro en los que haya estado. Estaba perdido, ¿qué había pasado la noche anterior? No recuerdo nada. Apoyo una mano contra la pared y a punto estoy de vomitar en medio de ese pasillo desconocido.Ayer debí caerme, me duele la espalda o el culo. Mis pensamientos se frenan al escuchar el ruido de lo que parece una persona duchándose. Avanzo por donde creo que está el sonido y este cesa, me paró y empiezo a pensar. ¿Qué debo hacer? Si digo algo a lo mejor me encuentro con un desconocido o un familiar. Mis pensamientos se vieron interrumpidos por una joven de más o menos mi edad que antes de que pudiera decir nada se adelantó a mis pensamientos.

-¿Ya estás despierto princesita? Aquí tenemos la cortesía de cuando hay invitados hacer el desayuno, hoy es tu día de suerte.
 

-¿Invitado? ¿Tú y yo...?-Negó con la cabeza y algo dentro de mi se entristeció de que esa joven a a que solo una toalla tapaba su cuerpo fuera la mujer que pasara la noche conmigo. Su belleza no era despampanante, pero el hecho de ser la primera imagen agradable en este entorno desconocido y hostil y la simpatía con la que me ha tratado ya ha sido un punto a su favor.-Entonces, ¿no?
-Pues no, ¿no te acuerdas de nada de lo de anoche?-Una pequeña sonrisa pícara asomó por sus labios y no se por qué un pequeño atismo de preocupación me inundó.-Bueno, siéntate y desayunemos juntos. Hay café y compré unos sobaos por si te apetece comer algo, pero no tienes aspecto...

-Gracias, no hace falta tanta molestia...
-Tranquilo, no es molestia, aquí siempre que tenemos invitado toca tenerlo contento y por una vez que no soy yo.
-Y... ¿Dónde está...?
-Tranquilo, ya veo que ni del nombre te acuerdas, se fue a la facultad porque había quedado con un compañero por unos apuntes, puedes esperar aquí.
-Muchas gracias.-Había algo que no me gustaba, la silla era muy incómoda, el café estaba bien y la extraña cortesía hacía que ya la molesta silla tuviera la comodidad de una cama de faquir.-¿Cómo te llamas? Perdona si no pregunté antes pero no estoy acostumbrado a estas cosas...
-Tranquilo, Sandra. ¿Y cómo es que acabaste aquí?
-Pues la verdad, no me acuerdo. Fui invitado a una fiesta y recuerdo beber allí. Por saber, no tengo ni idea dónde tengo mi camiseta.-Ella parecía disfrutar con todo esto, la toalla que la tapaba dejaba ver sus sensuales muslos y cada vez que estiraba el brazo para alcanzar un sobao se podía intuir la silueta de sus senos. Había pasado la noche con su compañera de piso y ella estaba jugueteando conmigo. Realmente las mujeres son los seres más traicioneros del mundo.-Espero que esté por la casa porque menudo problema volver hasta mi casa luciendo barriga.
-Tranquilo, creo haberla visto tirada por el suelo, no te preocupes. Además no estás mal, es una pena... Bueno, me alegra haberte conocido, esto...
-Marcos, me llamo Marcos.-La silla me estaba destrozando y su sonrisa lo hacía aun peor. Intentaba mantener la compostura, pero algo no encaja.-¿Te vas a ir?
-Si, pero no te preocupes, pronto tendrás mejor compañía.
-Has sido una buena anfitriona gracias.-Desaparece tras una puerta y en apenas un minuto aparece vestida con una camiseta de tirantes y unos vaqueros gastados. Realmente si no fuera por respeto a la chica que me trajo a esta casa, me habría abalanzado sobre Sandra con todas las energías que esta terrible resaca y el dolor de la incomodidad de la silla en mis nalgas me dejaran.-Supongo que nos veremos en otra ocasión.
-Supongo... Por cierto, ¿le puedes decir a Fran cuando llegue que vaya a pagar al casero? Gracias.-Salió como un cohete con la sonrisa en la cara. Mi cuerpo estaba congelado. ¿Fran? ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda!