lunes, 9 de junio de 2025

Viaje

                             Mis abuelos cada vez que les visito me repiten la historia de como ellos de jóvenes deseaban con todas sus fuerzas poder volver teletransportándose o que un transporte mágico les llevara de la discoteca a casa sin tener que caminar. También me repiten la decepcionante transformación que sufrió su sueño. Es cierto que el teletransporte se inventó pero está muy lejos de ser lo que ellos o la literatura de los superpoderes imaginaban. En el año 2088 puedo vivir en Vigo y trabajar de manera presencial en Cardiff. No vuelo, ni tengo un avión privado que me lleve y me traiga. Todo es gracias a la tecnología del salto espacial o como comúnmente se conoce "teletransporte". Ya la tenemos tan asumida que resulta un tanto difícil de explicar a los que no la han visto funcionar. De la misma manera que hay paradas de autobús y de metro, tenemos los lugares de salto distribuidos por las ciudades. Es allí donde se produce el salto de un lugar a otro. Ahora viene el pero de todo esto, no puedes ir a donde tú quieras. Necesitas un aparato del tamaño de un huevo que es aquel que indica entre que dos lugares de salto te mueves. Sin ese "huevo" no se inicia el proceso y cada uno de esos aparatos tienen codificados los dos lugares entre los que puede viajar. Como una línea de metro que siempre hace el mismo recorrido. Y cada activador de teletransporte suele tener un precio elevado, es raro que tengamos más de tres a nuestra disposición. El que te proporciona la empresa en caso de necesitarlo y el familiar si por los motivos que sea te toca vivir lejos de ellos suelen ser lo típico. En mi caso, esos dos son los que tengo. Mi familia decidió mudarse a Uruguay y dejarme su antigua vivienda y por suerte mi empresa me facilitó un aparato para poder ir y volver cada día. 

Esta historia comienza un lunes marcado por tres errores que cometí. El primero fue la noche anterior que volví de visitar a mi familia, llegué tarde y me olvidé de organizar el día siguiente y por lo tanto de poner el despertador. Me desperté tarde y sin apenas tiempo para hacer nada si quería llegar a tiempo al trabajo. Ahí viene mi segundo error. Prepararme para el trabajo a toda prisa hizo que pillara lo primero que encontrara por casa, el maletín de trabajo, el aparato de teletransporte y la chaqueta que usé el día anterior. Bajé por las escaleras corriendo y me dirigí a toda velocidad a la estación de salto espacial más cercana. Por el camino no paraba de mirar al reloj deseando que por un casual avanzara en dirección contraria. Me maldecía por darme el capricho de haber pasado más tiempo del que tenía planeado con mis seres queridos y llegar tan agotado que dejé todo lo de hoy para el Rober del futuro. Llegué a la estación y todas mis prisas parecieron ganarme algo de tiempo. Aunque todavía estaba estresado respiré hondo en cuanto vi la plataforma de salto espacial. Sería llegar allí y con un paso estaría en la ciudad donde pasaría las próximas seis horas trabajando. Fácil y rápido. Llegué a la plataforma y al avanzar para el teletransporte la tecnología parecía rechazarme. Me empujaba hacia atrás. Y ahí mi tercer error. Insistí antes de que algún miembro de seguridad me asistiera. Avancé oponiéndome a la fuerza que parecía querer que volviera sobre mis pasos. Tenía el dispositivo del trabajo en mi mano derecha y parecía funcionar bien. Un pitido intenso paró mi avance. Podía ver mi parada de destino en Cardiff y al parpadear ¿la de Uruguay? ¡No! Palpé los bolsillos de la chaqueta y ahí estaba el otro dispositivo fruto de mi primer error. Estaba viajando a dos lugares al mismo tiempo. Notaba como en las caricaturas tiran de un personaje desde ambos lados y se estira. No había dolor pero bajo mi mirada mi cuerpo se agrandaba, se encogía y se deformaba de formas que solo podían verse en los dibujos. Por un momento pensé en volver sobre mis pasos pero ya no estaba en Vigo. Mi cuerpo oscilaba cual péndulo entre Cardiff y Uruguay. Permanecía en cada uno de ellos menos tiempo cada vez. El pitido me estaba volviendo loco. Escuchaba gritos a mi alrededor. Mi cuerpo parecía expandirse, no hincharse, expandirse. Intenté lanzar los dispositivos lejos para ver si aquella locura paraba. El pitido se acabó.

Cuando abrí los ojos por primera vez estaba todo negro. Tardé un tiempo que percibí como horas en poder ver algo que no fuera la absoluta oscuridad. No estaba en Cardiff, tampoco en Uruguay y desde luego no en Vigo. Por un instante pensé en que pudiera ser todo una pesadilla y que todavía permanecía en ella. En otro período largo de tiempo descubrí que aquello era la realidad, mi nueva realidad. Tras tres días fui capaz de recomponer mi forma tal como la recordaba. ¿Qué me estaba pasando? Lo más parecido a una respuesta es decir que me convertí en información. ¿Qué tipo de información? No lo sé, a veces pienso que es un espacio digital y la mayor parte del tiempo un tramo intermedio entre el mundo digital y el físico. ¿Puedo comunicarme con alguien? Hasta el momento no he podido a pesar de que me puedo mover alrededor del mundo e incluso visualizar a las personas del mundo real. ¿Qué voy a hacer? Me gustaría volver con los míos, decirles que estoy bien y volver a abrazarles. Mientras tanto solo puedo pensar en aquello que me decía mi abuela de "no se puede estar en dos lugares al mismo tiempo".

domingo, 1 de junio de 2025

Mayo

 Era el momento del cambio
y me volvieron a paralizar
todos esos pensamientos
que me hacen dudar de la realidad.
Quise echar a andar
y acabé tirado en el barro
cuando el interior de mi cabeza
convirtió en mi enemigo a mi reflejo.
Ahora estoy en cama
sin saber que vendrá
no elijo camino
no elijo destino
solo soy un cuerpo que no quiero habitar.



Disfruto mi propia pesadilla
ver a todos los que quise
diciendo entre risas
que me debería matar.
Son las cuatro de la mañana
y mis miedos saben que es el momento,
no alcanzo a pulsar el botón de ayuda
y exploto reteniendo todo lo que siento.
Me retuerzo en la cama
ahogado en mis propios fluidos
sudo, lloro y sangro
y solo puedo pensar que me lo tengo merecido.